Hay un punto negro en el barrio de El Parc i la Llacuna del Poblenou al que los vecinos temen especialmente: el cruce de las calles de Pujades y de Pamplona. En esta encrucijada convergen un carril bici de doble sentido, dos pasos de peatones, dos vías con una importante densidad de tráfico -con sus correspondientes aceras- y una boca de metro de la concurrida estación de Bogatell. Casi nada. Y todo en un palmo de terreno, en pleno distrito del 22@ y con turistas que buscan la playa, lo que convierte la intersección en peligrosa.
El vecindario, especialmente la Asociación de Vecinos del Bogatell, lleva tiempo reclamando que se semaforice el cruce para poner algo de orden en mitad de esa maraña viaria. Pero el equipo de gobierno de la alcaldesa Ada Colau (Barcelona en Comú) les ha dado sistemáticamente calabazas. El último en intentar medrar para conseguir un semáforo “que evite accidentes” ha sido el grupo municipal de Ciutadans (Cs) en Sant Martí, que ha elevado la petición vecinal en forma de ruego al último pleno del distrito. Sin éxito. La respuesta de los comuns ha vuelto a ser un portazo en los morros.
Pero lo triste no ha sido eso. Lo pero ha sido la forma con la que el concejal portavoz de BeC en el distrito de Sant Martí, Francesc Carmona, ha negado la mayor a Cs y, por ende, a los vecinos, que ha sido de traca. Carmona ha mandado la petición del semáforo directamente “a la cola de los muchos semáforos que se han de instalar en Barcelona”. ¿Y cuando le llegará el turno al de Pujades con Pamplona? Pues la respuesta de Carmona también ha sido de las que sientan cátedra: “No sé. Está en la cola. Cuando llegue”.
LA ALTERNATIVA DEL RADAR FUE DESCARTADA
Y al portavoz de los comuns no le ha temblado el pulso al pasar olímpicamente de la petición vecinal pese a que solo unos segundos antes había reconocido que “efectivamente el cruce presenta ciertas dificultades. Somos conscientes”, ha asegurado de forma sorpresiva. Incluso ha hecho referencia a informes de la Guardia Urbana que, en principio, avalarían poner el armatoste de las luces verdes, ámbar y rojas. “La alternativa era poner un radar pero se ha descartado”, ha revelado el consejero de BeC. Normal. Los radares son mucho más caros y seguro que la cola de los radares barceloneses es todavía peor que la cola de los semáforos. O sea, que los vecinos lo mismo hasta están de suerte.
La respuesta de Carmona ha arrancado unas risas a Javier Heredero, el consejero de distrito de Ciutadans que defendía el ruego. “¿Dónde está la cola?”, ha preguntado Heredero con sorna. Y estupefacto por la salida por peteneras del portavoz de los comuns, al consejero de la formación naranja le ha abochornado que Colau no pueda rascarse el bolsillo presupuestario para poner un semáforo. “No sé si es que el Ayuntamiento de Barcelona no tiene una capacidad económica en una situación como esta, sabiendo que se trata de un punto negro que hay que solucionar lo antes posible”, ha ironizado Javier Heredero.
Lo mismo es que los vecinos y Cs exageran, ha venido a contestarles Francesc Carmona, pues “en 2017 solo hubo solo siete accidentes leves, ninguno grave, en el cruce. Seis de ellos por no respetar el ceda el paso” (es decir, que seis de los siete se habrían evitado con el semáforo de marras). Pero debe ser que siete accidentes son pocos cuando se oposita a convertirse en un cruce regulado semafóricamente y también debe ser que las intersecciones de Barcelona que están por delante en la cola acumulan más siniestros. O más graves.
TODO TIENE SU TEMPO
Así que a El Parc i la Llacuna del Poblenou le toca armarse de paciencia, como bien ha sugerido Carmona: “Todo tiene su tempo. Lamentablemente tendremos que esperar” ni se sabe cuánto. En resumidas cuentas, “lo que está claro es que los vecinos se quedan sin semáforo”, se ha lamentado Heredero. Igual si subiera la siniestralidad...