El debate sobre la movilidad del futuro sube de tono en Barcelona. Su alcaldesa, Ada Colau, hace bandera de su lucha contra el vehículo privado, mientras aumenta el malestar de amplios sectores económicos de la ciudad que van más allá de la industria del motor. Hace cuatro años alardeó de la superilla del Poblenou, con algunos partidarios y más detractores en el barrio, según una consulta popular que rechazó el Ayuntamiento de Barcelona. Los índices de contaminación han subido y los atascos y ruidos se han multiplicado. Esta teoría, al menos, sostiene Jordi Campins, presidente de la Plataforma d’Afectats per la Superilla del Poblenou. Hace tres años, él mismo denunció que "el gurú que hizo la superilla vive en Matrix".
En septiembre de 2020 se cumplirán cuatro años de la inauguración de la superilla del Poblenou. ¿Sigue siendo tan crítico como entonces?
Sí. Mi balance no ha cambiado mucho y es negativo por las complicaciones y los problemas de movilidad del barrio. En el Poblenou hay más atascos, ruidos y contaminación ahora que antes de la superilla. En 2020 estamos peor que en 2016.
¿No han bajado los niveles de contaminación en el barrio?
No. Al contrario. Los índices de contaminación de las calles próximas a la superilla han aumentado en los últimos años. También hay más inseguridad en el barrio, sobre todo cuando cierran las universidades y las grandes empresas, como T-Systems, y se acentúa aún más en invierno, cuando hay menos luz. Otro problema añadido es la caída de la actividad económica. Los bares y las terrazas, hasta la crisis del coronavirus, han funcionado bien, pero muchos negocios tuvieron que cerrar y no han sido reemplazados. En Gràcia, por ejemplo, muchos comercios tradicionales fueron sustituidos por otros más glamurosos y globales, por decirlo bien. En el Poblenou no ha habido relevo. Cerraron, por ejemplo, varios negocios relacionados con la automoción, con la compra-venta de coches y el alquiler.
Los comunes siguen haciendo bandera de la superilla del Poblenou y han repetido su modelo a otros barrios.
Sí. Ellos hacen una interpretación parcial de los beneficios de las superillas. No hacen una lectura global de su afectación en el barrio. En el Poblenou, la superilla se llena de chicos que salen de las escuelas de 17:00 a 19:00 horas. También hay bastante actividad al mediodía, con mucha gente que come de táper. Por las mañanas y por las noches, en cambio, está vacía. Y este vacío contrasta con los ruidos y los atascos de las calles próximas, con coches que circulan durante más tiempo.
¿Qué calles son las más perjudicadas desde la instauración de la superilla?
Tànger, Pujades y Pallars. Son calles que deben asumir muchos vehículos en dirección centro o hacia Badalona. En estas zonas hay más congestión y la calidad de vida ha empeorado. Es mentira que el tráfico se disipe o evapore si pones un obstáculo a la circulación, como sostienen en el Ayuntamiento de Barcelona.
Un vehículo atraviesa la superilla del Poblenou.
Reducir la contaminación es una obsesión del actual gobierno municipal.
Según datos del mismo consistorio, hay más contaminación ahora que hace cuatro años en el Poblenou. El gran problema es que a los comunes les molesta que haya coches. Les da igual que sean eléctricos. No quieren coches. Solo hace falta ver qué dijo Janet Sanz sobre los problemas de Nissan que han acabado con el cierre de su fábrica en Barcelona.
¿Cuáles son las claves que deberían definir la movilidad del futuro en Barcelona?
Yo soy partidario de que la movilidad esté ordenada, regulada, segregada. Peatones, bicicletas, patinetes, motos y coches pueden convivir sin grandes problemas. Todos deben tener su espacio y respetar las normas de convivencia. Hemos de proteger a todos los actores. Las bicicletas y los patinetes precisan carriles específicos que estén separados y protegidos de los carriles para motos, buses, taxis y vehículos particulares.
El actual gobierno municipal está quitando carriles de circulación en plena crisis del coronavirus. ¿Creen que se recuperarán para los vehículos motorizados?
Lo dudo. O, como mínimo, costará mucho. Los comunes se mueven por principios dogmáticos. Deberían escuchar a todas las partes implicadas, a los técnicos… No me extraña que muchos comercios y la clase empresarial esté preocupada por la movilidad futura de la ciudad. Con el incremento de las ventas online, los transportistas se han multiplicado. Si las calles están colapsadas, se repartirán menos paquetes y aumentará la contaminación. La gente tiene miedo a coger el transporte público y esta sensación puede durar unos meses. Particularmente vaticino un gran auge del patinete eléctrico.
Niños con bicicletas en la superilla del Poblenou.
¿Tiene constancia del grado de aceptación o rechazo de otras superillas instauradas en Barcelona, como las de Horta y Sant Antoni?
No tenemos relación directa con los vecinos de estos barrios. Solo nos han constatado que se ha producido una caída de la facturación de muchos negocios. Una buena comunicación facilita la actividad económica. Las trabas o los problemas de movilidad son un problema adicional para los comercios.