Si hay algún concejal del Ayuntamiento de Barcelona al que se recuerde de forma especial, y casi siempre con elogios, en un distrito de la ciudad ése es Francesc Narváez, regidor de Sant Martí entre los años 1995 y 2011. Conocido popularmente como "el alcalde de Sant Martí", Narváez, Paco para los amigos, dirigió esta zona de Barcelona con tres alcaldes: Pasqual Maragall, Joan Clos y Jordi Hereu.  

Ahora la ciudad, a la que dedicó toda su vida laboral, le rendirá un homenaje. Narváez será una de las personas que el próximo otoño se colgará la Medalla de Honor de Barcelona de 2022. La recibirá a propuesta del distrito de Sant Martí, su casa. La iniciativa se aprobó este miércoles por la tarde en el pleno. "Es un honor que se me reconozca la dedicación, que hice de forma entusiasta, a la ciudad y al distrito", ha dicho Narváez en declaraciones a Metrópoli.  

VECINOS QUE LE RECONOCEN SU TRABAJO

Todavía hoy, una década después de que decidiera dejar la política para trabajar como director de Movilidad en el Área Metropolitana de Barcelona, hay vecinos que le paran por la calle y le reconocen su trabajo. "¡Cuanto te añoramos, Paco!", le dicen por la Verneda antes de sentarse a desayunar con los amigos, en uno de los bares que frecuenta, tras correr sus 10 kilómetros por el frente marítimo de la ciudad.

Narváez estuvo 20 años en el Consejo Plenario, entre 1991 y 2011. Además de concejal de Sant Martí, lo fue de las áreas de Servicios Urbanos y Movilidad, materia en la que es un experto, y presidió durante 11 años el Instituto Metropolitano del Taxi, entre otros cargos.

Nacido en 1956 en Marchena, en la provincia de Sevilla, Narváez llegó a Barcelona en 1966 con solo 10 años. Su familia se instaló en el barrio de La Pau. Y desde muy joven participó en la creación de entidades culturales y deportivas del distrito y se afilió a movimientos de izquierdas en los últimos años de la dictadura franquista.

LO MEJOR: "EL CONTACTO CON LA GENTE Y MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DE LOS VECINOS"

De sus años como concejal de Sant Martí, Narváez dice que de lo que guarda mejores recuerdos es "del contacto con la gente y de poder haber ayudado a mejorar la calidad de vida de los vecinos", tanto en problemas individuales como colectivos. Y de lo que muestra mayor orgullo es de haber transformado los barrios de Santa Martí en territorios más dignos y habitables.

A él, y al que fue su gerente durante años, Víctor Gimeno, se deben decenas de los equipamientos que tiene Sant Martí y algunas de las transformaciones más importantes del distrito. Destaca la apertura de la Diagonal, la recuperación de una parte del frente marítimo, la pacificación de la rambla de Guipúscoa y la urbanización de la rambla de Prim. 

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