El Polvorín, Can Clos, Sant Cristòfol, Plus Ultra o el Port son núcleos urbanos que dan vida al barrio de La Marina de Port. Junto a él, comparte nombre y espacio la Marina del Prat Vermell, uno de los nuevos barrios de Barcelona. Ambos se sitúan en un terreno ubicado a los pies de la montaña de Montjuïc, cerca del mar, con una tradición agrícola y de lucha obrera a sus espaldas.
El futuro inmediato circula por el subterráneo después de que el actual equipo de gobierno liderado por Ada Colau cumpliera una promesa electoral que los vecinos escuchaban desde hacía décadas: la llegada del metro a La Marina. Pero su próxima inauguración en 2018 no convence a todos. De ello, de las necesidades que faltan por cubrir en los barrios y del futuro de La Marina hemos hablado con el presidente de la Coordinadora de La Marina, Elí Rolando, y otros dos miembros, Abdó Florencio y Juan Antonio Reyes. Los tres forman parte de una entidad que agrupa a ocho asociaciones de vecinos y una de comerciantes a la espera de incorporar otras dos.
¿Cuál fue el inicio de la Coordinadora de La Marina?
Elí Rolando: La Coordinadora se inscribió el 22 de diciembre de 2015. Los presidentes de las asociaciones de vecinos llevábamos mucho tiempo echando en falta una dirección conjunta. En teoría ya había una que tendría que hacer eso, la Unión de Entidades, y algunos ya se lo habíamos pedido. La respuesta fue que no era su trabajo ponerse a dirigir las luchas obreras del barrio porque ellos tienen muchas asociaciones que no tienen ninguna punta reivindicativa, y es verdad. Creamos la Plataforma del metro ya y la Unión de Entidades estaba de acuerdo, lo apoyó, pero en las manifestaciones no participaba la plataforma como tal. El primer intento de unir las personas para la lucha fracasó. Nos juntamos los presidentes de las asociaciones y dijimos que eso no podría seguir así y decidimos crear lo que en principio fue la Unión de Entidades: una coordinadora.
¿Ustedes cómo valoran las inversiones y transformaciones de La Marina?
E.R.: Sabes el refrán ese de: “A perro flaco todo son pulgas”, bien, nosotros somos el perro flaco de Barcelona. Todas las pulgas tienen que venir aquí. La última, para redondear el asunto, las cárceles.
Abdó Florenci: Normalmente cuando estás barriendo en casa y no quieres que te vean, levantas la alfombra y metes la porquería debajo. La alfombra de Barcelona es la montaña de Montjuïc que nos tapa y al levantarla, nos lo van colocando todo.
¿A qué se refiere?
A.F.: Nos colocaron las basuras en Can Clos y en el Polvorín, nos quisieron poner la incineradora porque quedaba detrás de la montaña y no se veía desde la ciudad. Nos querían poner una perrera aquí, al lado del cementerio y fue por la oposición vecinal que se consiguió evitar. Después nos querían colocar una narcosala aquí abajo, al lado de Casa Antúnez para la venopunción. También fue el supermercado de droga más grande de Barcelona.
¿En qué época?
A.F.: Hasta hace 10 o 12 años lo hemos tenido aquí. Osea, la mayoría de drogodependientes de ciudad bajaban aquí. Ya está bien de echar porquería a La Marina. Pero como no había bastante, ahora vienen dos cárceles.
¿Por qué creen que La Marina ha sido el foco de atracción para todas estas cosas?
Juan Antonio Reyes: Es una cuestión de perímetro y de espacio. Pero hay un segundo tema: no hay un plan elaborado por las entidades ciudadanas de un proyecto de lo que es la Zona Franca, lo que son los barrios de La Marina. No tenemos un proyecto estratégico de aquí a 5 o 10 años, cuando en muchos distritos sí que hay. Hace 40 años luchábamos por tener una vivienda digna. Vivíamos en barracas o en habitáculos nefastos que eran de 15-30 metros cuadrados. Hace 15 años escasos tampoco teníamos un CAP cuando el resto de barrios tenía uno. Por lo tanto, nosotros, teníamos que luchar y centrarnos en conseguir la transformación del barrio.
Este verano se cumple el 25 aniversario de los Juegos Olímpicos, ¿cuál fue el impacto en esta zona de Barcelona?
A.F.: En lo que salimos ganando fue en tener un cinturón y en que se derribaró alguna que otra cosa que quedaba fea. Pero durante los JJ.OO., los vecinos apenas podíamos entrar en nuestras casas, en nuestros barrios, porque pusieron los controles y no dejaba pasar a nadie. Tenías que justificar que eras vecino. Es decir, ventajas aquí por lo las Olimpiadas, prácticamente nada.
¿Promesas incumplidas por gobiernos anteriores?
A.F.: Tenía que haber venido el metro. Era la prolongación de la línea 2 desde el Paral·lel, la línea que realmente interesa a los vecinos de La Marina porque comunicaba las dos ferias y con la que nos podíamos trasladar al centro sin hacer transbordos. En cambio, en la línea actual, para ir hasta Plaça Espanya o Catalunya tendremos que ir a Collblanc o a otro punto y hacer transbordo.
Entonces, para ustedes, ¿la importante es la línea que aún no se ha proyectado?
A.F.: Claro, a la otra no renunciamos. Al Ayuntamiento se lo hemos dejado caer muchas veces pero quien tiene la competencia es la Generalitat y, de momento, dice que quiere acabar esto.
Más allá de la llegada del metro, ¿qué otras reivindicaciones se escuchan en el barrio?
A.F.: En sanidad, tenemos dos Centres d’Atenció Primaria (CAP) para 30.000 habitantes de La Marina. En el CAP de la calle Folch teníamos urgencias y pediatría, cosa que nos han quitado mientras que pediatría solo está en el CAP de Zona Franca. Queremos que nos devuelvan el personal de administración y el sanitario y que las urgencias funcionen porque este CAP cierra el sábado al mediodía.
¿Hay otras necesidades que creen que no están cubiertas en los barrios?
A.F.: Más presencia policial, tan de urbana como de Mossos. En urbanismo, hace años que la Generalitat tiene la cesión de unos terrenos para hacer una residencia de personas mayores y un centro de día. La residencia tendría que ir al barrio sant Cristòfol, en la calle energia y el centro de día tendrían que ir en los Jardins de Can Farrero. También estamos pendientes de inaugurar unas pistas de basket, la primera parte de un polideportivo que se tiene que hacer. Falta la piscina, pero nos han dicho que de momento no la harán porque iría en detrimento de las piscinas del Picornell. Dicen que si los vecinos de La Marina queremos ir a la piscina, que vayamos al L’Hospitalet.
Hablan de equipamientos y servicios básicos
A.F.: Y estamos tocando la punta del iceberg.
Una lanza en favor de La Marina, ¿por qué les gusta vivir aquí?
E.R.: Estoy enamorado de mi barrio, el Polvorín, lo adoro. Creo que es lo mejor que hay por su situación, por sus paisajes, por el aire que respiramos.
A.F.: Nos sentimos orgullosos de ser y vivir en La Marina.