La Bodega Carlos, situada en la calle del Rector Triadó, en barrio de Hostrafrancs, en el distrito de Sants-Montjuïc, ha sido completamente derrocada esta semana. Da especial lástima porque se trata de un establecimiento centenario, con más de 120 años de historia, que fue incluido por el Ayuntamiento en una lista provisional de 31 bares y bodegas con el objetivo de estudiarlos y catalogarlos como establecimientos emblemáticos.

El Ejecutivo local prohibió las licencias y permisos de obras durante un año con el objetivo de preservar la esencia. Pero, en el caso de este establecimiento de Hostafrancs, la suspensión llegó demasiado tarde. El consistorio lo justifica, en este caso, aludiendo que la licencia para derrocar el inmueble era anterior a este decreto.

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El pasado 14 de julio, Carlos Estrada sirvió sus últimos vermuts y comidas de tenedor a sus clientes más fieles. Una de sus trabajadoras quiso continuar con el negocio aunque su medida a la desesperada no prosperó.

Desde esta semana, entre los escombros y la excavadora, todavía se pueden encontrar dos toneles de vino. También se pueden leer algunos de los mensajes que durante todos estos años han vestido las paredes de la bodega.

En julio se hizo público la triste noticia de que otro local histórico de la ciudad cerraba. Ahora, al venirse abajo de forma literal, estas imágenes recuerdan al vecindario que es físicamente imposible que vuelva a abrir

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