Pocos auguraban este giro de los acontecimientos en Sarrià hace unos años. La prueba piloto de la recogida selectiva (puerta a puerta) de residuos cero ha modificado el aspecto del barrio y ha sacado a relucir el incivismo de algunos vecinos. Las rutinas han variado y las bolsas de basura se han convertido –en mayor o menor medida– en parte del attrezzo.

Los cambios cuestan, y así lo manifestaron los vecinos desde el comienzo con una queja masiva en la primera audiencia pública desde su entrada en funcionamiento. Los reproches que recibió el regidor del distrito, Jaume Asens, fueron sobre todo por los malos olores, el poco espacio para colocar los cubos de reciclaje y las dificultades de personas con movilidad reducida para bajar las bolsas. Ahora, pese a que algunos aspectos han mejorado, otros –como la ayuda a las personas mayores– siguen estancados.

LA INCOMODIDAD COMO ARGUMENTO

En cuanto a la limpieza, el año ha sido convulso. Algunos vecinos se han concienciado y se han tomado en serio el proyecto. “La sensación para nosotros es positiva, el sistema funciona cada vez mejor, aunque queda camino por recorrer”, valora Eduardo Saiz, Vocal de Medioambiente de la Asociación de Vecinos de Sarrià, entidad que se encargó de diseñar el programa. Sin embargo, hay una crítica que se alarga en el tiempo: la incomodidad. “Tener que volver a bajar a la calle para recoger el cubo de la basura orgánica sigue siendo un problema”, especifica en una conversación con este medio.

La prueba real empieza ahora. Los informadores ambientales que distribuyen los materiales de la campaña (bolsas y adhesivos) terminaron su tarea el pasado 15 de febrero. La oficina de atención personalizada ha cerrado también sus puertas con la inauguración del nuevo punto verde. Ahora para manifestar sus dudas o quejas los vecinos deben de hacerlo con el teléfono de información municipal, el 010.

TENDRÁN QUE PAGAR POR LAS BOLSAS

Pero el gran handicap de la recogida selectiva llega con el coste de las bolsas. Después de superar la fase piloto, los vecinos ya no reciben gratuitamente el material y, desde este mes de febrero, tienen que comprarlo. El problema es que las bolsas no las venden en cualquier supermercado. Hasta el jueves pasado, solo dos tiendas se han adherido al programa para venderlas. Una es Superservis, la otra es la Ferreteria Valls. Este pago podría poner en riesgo el sistema y provocar un aumento de incidencias.

Cabe recordar que las incidencias de bolsas sacadas a la calle fuera de horas se han ido reduciendo durante este año, aunque los números son mejorables. Según los últimos datos proporcionados por el consistorio, en la última semana se diciembre se recogieron 270 bolsas “mal tiradas”, más que en otros meses como en la tercera semana de agosto cuando se contabilizaron 170.

IMAGEN DE SUCIEDAD Y DEJADEZ

“La imagen que se lleva la gente es la de suciedad porque las bolsas quedan en la calle como reprimenda durante ocho horas”, comenta un vecino que prefiere mantener el anonimato. “El día más crítico es el viernes por la noche porque es el único momento de la semana apto para bajar el papel y el cartón. El inconveniente es que no hay una bolsa específica para ello y por eso da la sensación de desorden y dejadez en la calle”, ejemplifica.

Imagen de bolsas de basura en una calle de Sarrià / HUGO FERNÁNDEZ



Como medida paliativa, se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de imponer sanciones económicas a aquellos que se pasan las reglas por el forro y bajan la basura a su antojo. En otras palabras, castigar a los que lo hacen mal. “En lugar de marcar a los 'malos' se podría bonificar a los que lo hacen bien, siguiendo el ejemplo de otras ciudades de Europa”, puntualiza Pedro Miret, consejero municipal de Ciutadans en Sarrià-Sant Gervasi, en declaraciones a este medio.

BUENAS NOTICIAS PARA EL MEDIOAMBIENTE

Si bien es cierto que los vecinos se quejan de la puesta en marcha y alguno no cumplen, en términos medioambientales los buenos resultados son innegables. Según los últimos datos, cada semana se recogen de forma selectiva más de 14.000 kg. Además, la recogida selectiva ha aumentado a valores que superan el 55 %: es decir, supera los mínimos que establece la Unión Europea. Por eso, el Ayuntamiento estudia la posibilidad de implantar el modelo en otros barrios como el casco histórico de Sant Andreu, el de Horta o el barrio del Coll. Aunque antes se tendrán que limar asperezas y solventar el incivismo desde la raíz con otra fórmula más eficaz.

Noticias relacionadas