“Vi cosas horrorosas, inimaginables, dantescas. No puedo ni explicarlas, buf”, relata Álex Esteve, con la voz entrecortada. Responsable del Hotel Moderno, situado en la calle Hospital, a muy pocos metros de la Rambla, todavía está conmocionado. Nunca olvidará los gritos que escuchó el jueves por la tarde minutos antes de las 17:00 horas. En la acera de enfrente, Ercan Can, con los ojos llorosos, se abrazaba con Toni y Ana. Propietario del restaurante Rey de Estambul, explica que “si la furgoneta no hubiera chocado con el kiosko, la matanza habría sido peor”. Ercan y Álex acogieron a muchos turistas desencajados y a varios heridos en sus establecimientos. Pasaron miedo. Mucho miedo.

“A muy pocos metros vi a cinco o seis personas muertas”, explica Álex, quien interrumpe su relato al rememorar algunas imágenes. “Había algunas personas tendidas en el suelo y muchas corriendo, sin mirar hacia donde iban. A una chica, incluso la dieron por muerta. Estaba muy mal, pero una ambulancia la pudo evacuar”, añade el responsable del hotel. “No puedo respirar, no puedo respirar”, gritaba, desesperada, la mujer.

“Todo el mundo corría. Casi todos los heridos eran extranjeros”, comenta Ercan. Explica que las ambulancias tardaron muy poco en llegar a la Rambla, entre cinco y diez minutos, y explica que la policía les obligó a bajar las persianas. “Ha sido muy fuerte, pero la respuesta de la gente, con todas las muestras de solidaridad, es la mejor noticia”, dice este ciudadano kurdo que rechaza, rotundamente, que “Barcelona sea una ciudad racista”. “Había heridos de todas las nacionalidades y religiones, y la respuesta de la gente fue modélica”, recalca.

LA HUIDA DEL TERRORISTA

Toni Castro y Ana Esquerro, amigos de Ercan, también están muy emocionados. “Estoy destrozado. Dejé a mi hija las 17:00 horas en Sants Estació y tal vez salvé la vida por ello. Había quedado en el Gran Café con un cliente y solía pasar por el kiosko en el que se estrelló la furgoneta”, narra Toni. “Lo pasé mal porque sabía que mi marido estaba por esa zona. Nunca había pasado tantos nervios”, lamenta Ana.

Los establecimientos de la calle Hospital intentan pasar página. Todos compartían su dolor, pero no se ponían de acuerdo con la dirección que tomó el terrorista para escapar. “Creo que se escapó por la calle de enfrente”, dice Ercan. “Yo no lo sé, pero una turista francesa explicaba a la policía que el terrorista huyo Rambla arriba”.

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