El 17 de marzo, Rosa Peral, declarada culpable del asesinato de su novio, seguía la última sesión del juicio del crimen de la Guardia Urbana a través de videoconferencia. Tras el juicio, dio positivo por coronavirus e ingresó en el hospital penitenciario de Terrassa. Pocos días después se infectaba su compañera de celda de la prisión de mujeres Wad-Ras de Barcelona. Con dos empleadas contagiadas confirmadas, ocho más aislados y 32 bajas durante el estado de alarma, la directora del centro pide refuerzos "urgentes" de personal para garantizar el correcto funcionamiento de la cárcel.
Hace unos días una enfermera del centro dio positivo en el test de la enfermedad. Una trabajadora de la centralita repetía el mismo resultado poco después. La situación ha provocado que cuatro jefes de servicio, y otros cuatro profesionales más, se encuentren aislados en casa. "Estamos bajo mínimos", señalan fuentes del sindicato IAC-CATAC, que pide hacer test rápidos. La medida permitiría descartar los negativos y evitaría tener a los empleados en casa aislados.
64 EMPLEADOS DE BAJA
La plantilla de Wad-Ras la forman cerca de 100 profesionales. Es una cifra teórica, pues la plantilla se encuentra al 60%, según IAC-CATAC. En una nota dirigida a la plantilla el pasado lunes 6 de abril la directora comunica que las bajas totales de los trabajadores ascienden hasta los 64 empleados. De éstos, 32 se han producido en las últimas tres semanas, con el estado de alarma activado.
Otras 27 personas tienen permiso por deber inexcusable, esto es, que deben cuidar de algún familiar con enfermedades cardíacas, hipertensión, cáncer o mujeres embarazadas". En el texto, la responsable del centro afirma que esta semana la prisión recibirá nuevos test por lo que se podrán hacer las pruebas "con mayor agilidad que hasta ahora".
La dirección se dirigía a los empleados dos días después de que los seis sindicatos con representación en el centro firmaran una nota conjunta en la que denunciaban falta de transparencia. "Cada día vemos como se marchan compañeros con síntomas que después pasan a ser positivos. El resto no sabemos nada, más allá de lo que nos dicen los compañeros", se quejaban. Los empleados pedían refuerzos dada la "inseguridad" provocada por la reducción de personal.
POCAS MASCARILLAS
El personal de las cárceles está considerado servicio esencial durante el confinamiento. En Barcelona, los centros abiertos han bajado la persiana y los reclusos cumplen condena en sus casas. Como en otros colectivos profesionales como cuerpos policiales, e incluso los mismos sanitarios, los empleados de prisiones no disponen de las medidas de protección necesarias para evitar el contagio.
Las mascarillas escasean en Wad-Ras. Los empleados recibieron una remesa de mascarillas quirúrgicas que deben usar durante 15 días. Firman un papel aceptándolo. Las FFP2, las homologadas usadas en hospitales, caducaron en 2014. "La guardo como si fuera oro en paño", comenta un empleado.
104 MUJERES
La cárcel de mujeres tiene actualmente 104 internas (dato de este lunes). "Están muy nerviosas porque no conocen el alcance de lo que está pasando fuera", señalan fuentes sindicales. Cataluña, con un sistema penitenciario propio, diferente al del resto del Estado, permite estos días el doble de llamadas a sus cerca de 6.000 presos. Las visitas se han suspendido, así como los bis a bis. El confinamiento limita la entrada de las drogas, canalizada muchas veces a través de estos encuentros íntimos. El domingo, un hombre intentaba, sin éxito, sortear esta situación e intentó colar droga en la cárcel por el tejado del centro.
El departamento de Interior compró hace dos semanas unos 230 móviles que se usan para hacer videollamadas entre los presos y sus seres queridos. Cada una de las nueve cárceles y el pabellón hospitalario penitenciario de Terrassa tiene, aproximadamente, una treintena de estos terminales. Las llamadas se producen, siempre, con un celador al lado, que se encarga de la limpieza constante de los dispositivos.
1.320 BAJAS DE 4.600 TRABAJADORES
La escasez de personal se extiende a todas las cárceles catalanas. Fernando Carrera, secretario organización de la agrupación de personal penitenciario de CCOO, señala que estos días hay 1.230 bajas de un total de 4.600 trabajadores. "Estamos empezando a llegar al límite", alerta. Del grupo de bajas, 370 son empleados con permiso por deber inexcusable.
Las cifras arrojan un dato preocupante: el 28% de los trabajadores de las cárceles de Cataluña están de baja. Un porcentaje, avisa Carrera, cuyas décimas suben a diario.