Los tentáculos del clan de la droga del Raval desmantelado en octubre durante la operación Coliseo llegaban más allá del tráfico de cocaína, heroína y marihuana, entre otras sustancias. Los investigadores detectaron que el grupo, formado por personas de nacionalidad paquistaní, proporcionaban contratos de trabajo falsos a compatriotas que buscan regularizar su situación. No es una práctica ceñida a grupos criminales organizados. Muchos empresarios participan de este fraude al que acuden otros muchos inmigrantes ilegales, dispuestos pagar 10.000 euros para conseguir un contrato laboral, la llave a obtener la residencia y un futuro estable en España.
PRIMERA POBLACIÓN EXTRANJERA
En el Raval, los pakistaníes son la población extranjera más numerosa. En 2018 vivían 4.501 vecinos del país asiático, según datos del Ayuntamiento. Le sigue la comunidad filipina (4.018 personas), la bangladeshí (2.894) y la italiana (1.698).
El primer paso para los inmigrantes es conseguir el padrón. Después llega la petición de la residencia, que requiere de un contrato de trabajo. Los empleados en negro y aquellos que no desarrollan ninguna actividad pasan por el filtro. En Ciutat Vella y en el resto de Barcelona, la comunidad pakistaní asume como algo habitual el pago de entre 5.000 y hasta 15.000 euros por este trámite.
EXPLOTACIÓN
En el consulado de Pakistán de Barcelona conocen bien esta realidad. Hoy, el trasiego habitual entre ciudadanos que entran y salen del despacho de la tercera planta es menor. El cónsul no pierde oportunidad para atender directamente los problemas de la comunidad y hace pasar una familia a su despacho. “No apoyamos esta práctica, la condenamos. Estamos hablando de explotación humana y laboral”, denuncia el diplomático Imran Ali a Metrópoli Abierta.
El cónsul de Pakistán en Barcelona, Imran Ali / GUILLEM ANDRÉS
El consulado empezó a detectar la venta de contratos de trabajo falsos en 2010 cuando se podían comprar por 5.000 euros. Hoy, el precio ha llegado a triplicarse. En la mayoría de casos, la persona que paga por el contrato no desarrolla la labor que indica el papel. El empresario asume el pago de supuesto trabajador a la Seguridad Social durante un período de tiempo hasta que el comprador consigue regularizar su situación.
FALSEDAD DOCUMENTAL
Durante la investigación policial contra los narcopisos, Mossos d'Esquadra y Policía Nacional descubrieron que la mafia pakistaní cometía delitos de falsedad documental. Detectan que uno de los investigados paga un dinero a otro individuo para obtener documentos que le permitan regularizar su situación. Acude a la Subdelegación del Gobierno donde solicita la residencia temporal en España y presenta el contrato laboral de una empresa de Gràcia. Los agentes se desplazan hasta la tienda y comprueban que no trabaja allí y que los empleados no lo han visto nunca.
Algunos empresarios aprovechan la necesidad de los recién llegados para sacar un provecho económico por dos vías: la explotación laboral con personas sin contratos a su cargo y, en paralelo, el ingreso de miles de euros a cambio de un contrato que en la práctica es ficticio. Fayaz Malik, escritor pakistaní afincado en Barcelona, explica que este mercado negro de contratos de trabajos empezó con un buen fin, ayudarse entre compatriotas para regularizar su situación. “Hay gente que busca negociar, pero otros no. Siempre habrá quien se aproveche y vea una oportunidad de ganar dinero”, señala.
PRÁCTICA HABITUAL ENTRE EXTRANJEROS
Desde el despacho del cónsul, Raja Shafiq, escritor y periodista, propone una solución para terminar con este mercado de contratos: pagar una tasa al Gobierno para conseguir la residencia. Ali quiere dejar claro que es una práctica que se repite en muchas comunidades de extranjeros. Asegura que también ocurre entre marroquíes y latinoamericanos.
Syed Sheraz, taxista de Santa Coloma de Gramenet y miembro activo de la comunidad pakistaní en Barcelona a la hora de atender las problemáticas de sus ciudadanos, critica la burocracia española a la hora de conseguir los papeles. Aun así, dice, España sigue siendo la "esperanza" para los inmigrantes asiáticos donde la acogida es mejor que en el resto de Europa.
El cónsul de Pakistán, Malik, Sheraz y Shafiq / G.A