Ratificada la condena de 20 años de cárcel a Rodrigo Lanza por el 'crimen de los tirantes'

Rodrigo Lanza continuará entre rejas cumpliendo una pena de 20 años de prisión por la muerte de Víctor Laínez, en el conocido como 'crimen de los tirantes'. Este viernes, el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) ha rechazado el recurso presentado por su abogado, y ha ratificado la condena que se le impuso el pasado 22 de septiembre.

Se trataba del segundo juicio por el mismo caso, después de que el primero fuese anulado por anomalías durante el procedimiento. En aquella primera ocasión, la condena era de cinco años por haber matado a patadas a Laínez. El jurado consideró probado que le había destrozado el cráneo antes de abandonarlo moribundo en el suelo del bar Tocadiscos, en Zaragoza. En el segundo juicio, en cambio, acabó condenado por un delito de asesinato con alevosía y agravante de motivos ideológicos. Algo que esgrimió la acusación porque la víctima vestía con tirantes con la bandera de España.

Su abogado presentó entonces un recurso para protestar por la supuesta imparcialidad de la magistrada María José Gil Corredera, que presidía el tribunal. El motivo, los rifirrafes con la defensa durante el proceso. Pero el TSJA considera que las alegaciones "carecen de inconsistencia". Rechaza también las 12 apelaciones presentadas por la defensa y ratifica la condena a 20 años de prisión.

DEJÓ A UN GUARDIA URBANO PARALÍTICO

Lanza es conocido en Barcelona por un grave ataque a un agente de la Guardia Urbana. En febrero de 2006, la policía municipal se personó en el número 55 de la calle Sant Pere Més Baix, donde se estaba llevando a cabo una fiesta okupa.

Los agentes fueron recibidos por una veintena de individuos armados con palos, piedras y otros objetos contundentes, produciéndose un lanzamiento de estos que dejó a un efectivo policial tetrapléjico. Por estos hechos fue condenado a prisión en 2008, aunque en 2012 ya estaba en la calle.

El violento antisistema fue el protagonista del documental Ciutat Morta a su salida de la cárcel, en el que defendía que todo había sido un montaje policial.