El cruce de la calle de Aragó con paseo de Gràcia es uno de los 20 puntos negros de accidentes en Barcelona. El atropello de Adriana Sosna (58 años) el pasado 29 de marzo por parte de un patinete eléctrico lo volvió a demostrar. "Ayer celebré mi cumplemes. He vuelto a nacer", relata esta mujer en conversación telefónica con Metrópoli Abierta desde su piso en Sitges. La mujer que la arrolló se detuvo en un primer momento, pero se dio a la fuga segundos después. Un mes después, Adriana se recupera lentamente de las múltiples fracturas en la cara y contusiones por todo el cuerpo con un sentimiento de rabia y el deseo que nadie pase por lo que le ha tocado vivir. Denuncia un descontrol viario protagonizado por patinetes y bicicletas en las calles de la ciudad y responsabiliza de ello al Ayuntamiento.
Esa mañana se dirigía a una clínica del barrio de Sant Antoni donde trabaja como cirujana. Llegó a Barcelona en tren y se dirigió a la parada de taxis de la fatídica intersección. Lo hace desde junio y los conductores ya la conocen. Sobre las 09.30 horas, cuando se disponía a abrir la puerta de uno de los coches del transporte público, un patinete eléctrico la arrolló a gran velocidad. "No recuerdo nada. Me golpeó con el casco y caí como un maniquí, ya inconsciente". Las imágenes del atropello registradas por un taxi dan fe del golpe brutal y muestran como la mujer sale despedida varios metros. Dos taxistas, el conductor de otro patinete y una conocida carterista de la zona la socorrieron.
PRIORIDAD DEL PEATÓN
Adriana despertaba cuatro horas más tarde en una cama del Hospital de Sant Pau con un guardia urbano a su lado, que le hizo varias preguntas. El vídeo del atropello se viralizó rápidamente por las redes sociales causando una gran controversia. "Un médico me dijo que era famosa, que el vídeo llegó incluso a Tik Tok", recuerda. Hace unas semanas se planteó la idea de salir en televisión después de que varias cadenas informaran que en el momento del accidente iba despistada mirando su móvil. Las imágenes demuestran que, a pesar de llevar el aparato en la mano, no interactúa con el dispositivo. "Nunca voy con auriculares ni despistada cuando entro en el taxi. En ese momento me estaba ajustando la mascarilla", relata. En todo caso, la prioridad en ese momento era del peatón, señala Daniel Vosseler, director del despacho de abogados homónimo que defiende a la víctima.
Cuando recuperó la consciencia pensó que se había quedado paralítica. El efecto de los medicamentos y analgésicos le impedían levantar los brazos. Tras el golpe se fracturó varios huesos de la cara, una mitad de la cual tiene paralizada. En consecuencia, solo puede comer comida triturada. Le ayuda su hermana, con quien comparte piso y quien le está ayudando en la recuperación. La sostiene cuando camina, ya que sí lo hace sola se desestabiliza. Otra secuela física del golpe fue la pérdida de líquido cefalorraquídeo. Sufre mareos y subidas de tensión que casi le comportan un segundo ingreso hospitalario tres días después del siniestro. El médico le ha firmado la baja laboral por 141 días.
DIFÍCIL CONVIVENCIA
El atropello de Adriana ha vuelto a poner sobra la mesa la difícil convivencia entre patinetes y peatones en algunos puntos de la capital catalana. El suceso demuestra que la gestión del uso compartido se complica aun más debido a algunos elementos del urbanismo táctico del gobierno de Ada Colau. La mujer fue arrollada cuando pisaba unas pintadas en el suelo con el dibujo de un tablero del ajedrez. Son unas marcas que dan prioridad al peatón pero que, en ocasiones, crean confusión entre los usuarios, ya sean patinetes, bicicletas, peatones o vehículos a motor.
"Existen graves deficiencias en la movilidad de Barcelona, hay aspectos que no tienen sentido. No existe un reglamento que regule esas señales. La gente no ha adquirido, aun, la consciencia de su significado", asegura el abogado de Adriana, Javier Benito, que quiere denunciar que lo ocurrido a su cliente le puede pasar a cualquiera. Los partidos de la oposición en el Ayuntamiento, con Ciutadans, Junts per Catalunya y el PP a la cabeza, critican desde hace meses estas señales que, para algunos, solo crean desorden.
"Barcelona no es una ciudad para este tipo de transportes. No se ha instruido suficiente a la población sobre cómo usar los patinetes. Se han precipitado a la hora de permitir su uso", denuncia esta argentina, que llegó a España hace 30 años. Recientemente se han producido, al menos, otros dos atropellos de patinetes eléctricos a peatones con heridos, uno de ellos una mujer mayor. La conductora del patinete prestó declaración ante la Guardia Urbana hace una semana, según fuentes municipales. "No quisiera encontrarme con ella", comenta la mujer.
2.600 DENUNCIAS
La Guardia Urbana contabilizó en 2020 hasta 478 accidentes con patinetes implicados, un 4,4% del total de accidentes. En 2019 esa cifra era del 2,6%. La Vanguardia informaba hace unas semanas que la policía ha impuesto entre enero y marzo 2.600 denuncias a conductores de patinetes, un 20% más que en el mismo periodo de 2020. Este viernes, el pleno municipal ha aprobado la obligatoriedad para los usuarios de patinetes eléctricos, también llamados vehículos de movilidad personal (VMP), de llevar casco y tener seguro. Hasta ahora solo debían tener seguro los patinetes de uso comercial.
Durante estas cuatro semanas Adriana apenas ha salido de casa. Explica que debe hacerlo para evitar trombos que se forman cuando un cuerpo permanece inmóvil durante mucho tiempo. "Me pongo a llorar cuando veo un patinete", señala la mujer que recibe atención psicológica. La semana que viene empezará unos ejercicios con un fisioterapeuta para empezar a mover el brazo izquierdo. La recuperación, sin embargo, será un largo proceso que la alejará durante meses del gimnasio y la piscina a los que suele acudir con frecuencia.