La madrugada del pasado lunes, 12 de julio, Rafael, un joven turista procedente de Reino Unido, vivió una de sus "peores pesadillas" mientras disfrutaba de sus vacaciones en Barcelona. Todo ocurrió en el Gayxample, el corazón del ambiente gay de la ciudad. Mientras esperaba que le recogieran para ir a su alojamiento, dos agresores le golpearon en la cara con un martillo y después le robaron la mochila.
A pesar de que el ataque fuese una "aparente consecuencia" del robo, el agredido asegura que "tiene claro que fue un ataque homófobo" porque podrían haberle robado "sin ningún tipo de dificultad" y no es "entendible" que le golpeasen "por la espalda" con la herramienta. De hecho, este viernes, 16 de julio, Rafael ha contactado con los Mossos desde el hospital para que constase claramente en su testimonio el "trasfondo de odio" en su agresión.
"ROBO CON VIOLENCIA"
En un principio, los Mossos d'Esquadra relataron a este medio que no podían "confirmar que se tratase de una agresión homófoba". La organización del hotel, por su parte, también reforzó el testimonio policial. Según explicó el Axel a Metrópoli, "fue un robo con violencia que no tuvo nada que ver con la LGTBIfobia".
No obstante, una vez operado –se ha tenido que someter a una intervención de mandíbula porque se la fracturaron a trozos–, Rafael se ha encargado de hacer justicia: "lo diré tantas veces como haga falta", asegura. "Ningún ladrón callejero va con un martillo y ataca de esta manera cuando ni siquiera opuse resistencia", añade.
BRUTAL ATAQUE
"Sentí que querían matarme", relata el agredido. Después de recibir el brutal golpe, Rafael salió corriendo "todo lo que pudo" y asegura que los agresores "siguieron hacía él para golpearle más" a pesar de poder robarle con "total facilidad".
No fue hasta que la víctima fue capaz de gritar "policía" que los atacantes –que todavía no han sido localizados– se marcharon. "Sufrí por mi vida y sé que fue por mi condición sexual, no por mis objetos personales", concluye el turista.
CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS
Más allá de la gravedad de sus lesiones físicas, a la víctima le preocupan "las consecuencias psicológicas" que la agresión podrá tener. Según relata, uno de "sus grandes miedos" es que le queden "secuelas para siempre".
Tras prácticamente una semana hospitalizado en el Hospital Clínic, el joven agradece el trato recibido –tanto del cuerpo policial como del equipo del hospital– pese a que un principio se sintió muy "desprotegido" ante una situación tan complicada. El actual repunte de casos de coronavirus impide que nadie le visite y le parecía "muy difícil" sostener una situación como está por él mismo.
A día de hoy, Rafael está a punto de recibir el alta y espera "poder volver a casa lo mejor posible". A pesar de que la cicatriz en el rostro le "acompañará para siempre", confía en poder "superar este oscuro episodio" que le ha dejado "el peor de sus recuerdos" en Barcelona.