De la noche a la mañana, Iliana Garcimarrero (57 años) se ha quedado sin casa. La gran lengua de fuego que la madrugada del miércoles engullía parte del número 73 de la calle València, ha devastado el piso familiar en el que vive con sus hijas de 14 y 21 años. De momento, las tres duermen en casa del exmarido. Es una solución provisional. Un día después aun digieren el dramático episodio. "Todavía estamos en shock. Ahora nos vienen a la cabeza los gritos, el fuego. Pensábamos que nos quemábamos vivas", recuerda.

Iliana, la presidenta de la comunidad de vecinos, ejerce estos días como una suerte de portavoz de los afectados. En conversación con Metrópoli transmite el sentir general de la quincena de residentes: "Se podría haber evitado. Claro que sí", señala. Los vecinos apuntan, sin pensarlo, a la dueña del bar calcinado como la causante del incendio. Había amenazado con prender fuego al edificio y mostraba un comportamiento errático y, tal vez, "esquizofrénico", por las extrañas advertencias que lanzaba a los vecinos, a los que increpaba, agredía y amenazaba.

ACTITUD HOSTIL

El bar Champi llevaba una semana cerrado cuando se produjo el incendio. Sin embargo, hace mucho tiempo que nadie se toma una cerveza en este local. La actitud hostil de su dueña había ahuyentado a la poca clientela que le quedaba. 

"Sospechamos que tiene problemas psicológicos. Hicimos varias llamadas de atención al 112. Decía cosas raras con un megáfono, jugaba con fuego...", recuerda Iliana. Una vez empezó a tirar copas y huevos de su mismo bar al suelo y cuando ella y el vicepresidente de la comunidad la intentaron tranquilizar les atizó con la escoba. En otra ocasión se puso a jugar con un mechero y un pote de gas generando llamaradas. 

"DECÍA QUE LA PERSEGUÍAN"

La mujer, de origen chino y de unos 30 años, apenas hablaba español y se intentaba comunicar con el traductor del Ipad. Cogió las riendas del bar el noviembre pasado cuando el antiguo dueño le traspasó el negocio. Al principio tuvo clientes, pero un incidente con unos chicos que fumaban un porro en la terraza provocó un cambio en la mujer. "Empezó a sentirse agredida, como si la persiguieran", explica la vecina. En la pizarra del bar escribía inquietantes mensajes que a priori carecían de sentido.

 

 

El 1 de abril, los vecinos volvieron a llamar al 112. Vieron que la mujer colocaba papel de cocina impregnado en aceite en la cocina y se temieron lo peor. Creían que iba a cumplir con la amenaza tantas veces repetida de quemar el edificio. La cosa no fue más allá, pero la Guardia Urbana elevó el problema al Ayuntamiento que dictó una orden para precintar el local que se debía hacer efectivo el pasado 8 de abril. Pero los agentes no encontraron a la mujer, el bar estaba cerrado en ese momento y el bar no se precintó.

BATLLE: "NO HABÍA EVIDENCIA DELICTIVA"

La cinta de plástico que señala el precinto, sin embargo, no hubiera evitado la entrada al local. "Con los datos que teníamos, no podíamos saber que se iba a producir un incidente como el que se ha producido", explicaba horas después del fuego el regidor de Seguridad, Albert Batlle. A parte de las denuncias vecinales, el Ayuntamiento defiende que no había "evidencia delictiva" en el local.

La noche del incendio, un vecino vio a la mujer entrar en el local sobre las 03:00 horas. El fuego se producía alrededor de las 03.30 horas. Ella es la herida grave y se recupera de las quemaduras en el hospital, custodiada por la policía.

El resto de vecinos afectados se ha instalado en casas de familiares. No podrán regresar a sus pisos en un tiempo indeterminado, que podría prolongarse semanas e incluso meses. El suelo de uno de los pisos se hundió por completo. La antorcha en llamas que pudo captar un vecino con la cámara de su móvil, ha provocado daños estructurales en un muro de carga.

DENUNCIA FRUSTADA

El 1 de abril, los vecinos intentaron, sin éxito, denunciar la actitud de la mujer en la comisaría de los Mossos d'Esquadra de plaza Espanya. "Nos dijeron que sin agresiones no podían hacer nada y yo les respondí que regresaríamos cuando nos quemase nuestra casa". Siete días después la advertencía de Iliana se cumplió

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