Los daños estructurales en el edificio del número 73 de la calle València, debido a la explosión y posterior incendio del bar Champi, están todavía bajo evaluación. Aun así, las afectaciones son importantes y el Ayuntamiento no cree que los residentes puedan regresar a sus domicilios a corto plazo. Tampoco pueden volver los residentes en dos pisos de la avenida de Roma, 90. En total son una quincena de personas que este martes han pasado la primera noche fuera de sus casas, según las cifras que maneja el consistorio. La mayoría han ido con familiares y amigos, pero hay cuatro que han requerido apoyo habitacional del Centre d'Urgències i Emergències Socials de Barcelona (CUESB).

Entre las viviendas más afectadas está la que se encuentra justo encima del bar donde ocurrió la deflagración. Durante el incendio, el techo se vino abajo, aunque afortunadamente no hirió a nadie ya que los inquilinos están de vacaciones de Semana Santa en Galicia y no se encontraban en casa en el momento del siniestro.

Mientras continúan las tareas de evaluación del edificio, sigue también la investigación de los Mossos d'Esquadra para aclarar la implicación de la titular del bar en el incendio. Los vecinos no tienen ninguna duda, y desde el primer momento señalaron que habían tenido problemas con la mujer y que los había amenazado con prender fuego al local. "La mayoría hemos asumido que hoy lo ha conseguido", explicaba a Metrópoli la presidenta de la comunidad, Iliana Garcimarrero.

JUGABA CON MECHEROS Y EMBADURNABA PAREDES CON PAPEL Y ACEITE

Ella misma ha asegurado, junto a otros residentes, que la habían visto jugar con aerosoles y un mechero, empapar papeles con aceite y embadurnar las paredes, colgar fotografías de las tazas del baño y pasear por la calle gritando con un megáfono, para finalmente intimidar a los vecinos asegurando que planeaba una venganza contra ellos.

Por todo esto, el pasado 1 de abril se personaron ante la Guardia Urbana para denunciar los problemas que tenían con la titular del bar Champi. La policía municipal acudió una semana más tarde, el día 8, a precintar el local por razones de salubridad. Pero como en aquel momento no presentaba actividad, levantaron acta y abandonaron el lugar sin ordenar el cierre a la responsable del negocio.

BATLLE DEFIENDE QUE EL AYUNTAMIENTO "NO LO PODÍA SABER"

En una rueda de prensa este martes desde el Ayuntamiento, el teniente de Seguridad, Albert Batlle, explicó que "constaban quejas por molestias" aunque insistió en que el consistorio no había detectado "evidencia de actividad delictiva, más allá de los problemas de convivencia" y defendió que "con los datos que teníamos, no podíamos saber que se iba a producir un incidente como el que se ha producido".

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