La reciente maternidad de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que acaba de dar a luz a su segundo hijo, reabre el doble debate sobre la conciliación laboral en cargos públicos y los anacronismos de un sistema político diseñado a la medida de los hombres.
En una entrevista concedida a TV3, la edil adelantó que se cogería la baja que le corresponde, aunque también puntualizó que, dependiendo de cómo avance la situación, tomará “las decisiones sobre la marcha”. Así pues, la ausencia de Colau podría prolongarse hasta 16 semanas durante las cuales, Gerardo Pisarello asumiría la alcaldía accidental.
El debate sobre cómo encaran la maternidad las mujeres que ostentan cargos públicos es tan antiguo (o nuevo, según como se mire) como la llegada de figuras femeninas a la política. El melón se reabre cíclicamente y sus últimas protagonistas han sido Susana Díaz, Carolina Bescansa, Carme Chacón o Soraya Saénz de Santamaría.
Sin embargo, la primera pregunta obligada es si el constante resurgir de este mismo debate no es síntoma de una sociedad que aún no ha normalizado el hecho de que las mujeres ocupen cada vez más espacios políticos. Rara vez han transcendido a la arena pública los permisos de paternidad de algunos dirigentes en cargos públicos.
Del mismo modo, fuera del ámbito político resulta poco frecuente juzgar a una mujer por gozar o no de su permiso de maternidad. Por eso, el poner en la agenda del día las decisiones que toman algunas políticas después de tener un hijo pueden entenderse como una intromisión en su vida privada.
FALTA DE RESPETO O DECISIÓN PRIVADA
En el otro lado de la balanza, el hecho de que una mujer que ostenta un cargo público decida recortar su baja por maternidad se percibe también como una falta de respeto hacia un derecho por el que muchas han luchado. A modo de ejemplo, los 10 días de descanso de Saénz de Santamaría tras ser madre se leyeron por una parte importante de la sociedad como una forma de desmerecer los permisos maternales.
También suscitó opiniones diversas la decisión de Chacón de transferir las 10 semanas de baja optativas al padre de su hijo, aunque sobre todo sirvió para poner en la agenda del día un segundo debate, el de la escasa duración del permiso paternal.
Aunque si un gesto dividió la opinión pública en esta materia fue sin duda el de Bescansa (Podemos) cuando acudió con su bebé al Congreso de los Diputados. Por un lado, hubo quien tachó la decisión de retrógrada, como la socialista Ángeles Álvarez, que consideró que reforzaba la imagen de la mujer como cuidadora. Por el otro, desde su propio partido se aplaudió que la diputada pusiera de manifiesto las dificultades de la conciliación laboral.
En cuanto a Colau, que podría recortar su permiso de maternidad dependiendo de las circunstancias, ya admitió que con su primer hijo se vio en una situación en la que “tenía que llevarlo a todas partes”, en referencia a su etapa como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
UNA NORMATIVA ANACRÓNICA
El otro debate que reabre la reciente maternidad de Colau es el de si la ley está o no adaptada a estas situaciones. En el consistorio, la normativa vigente parece que se diseñó sin contemplar los derivados de una baja por maternidad. Así que, por ejemplo, Colau se enfrenta ahora a un reglamento que le impide delegar su voto en el pleno municipal. Por lo tanto, si la alcaldesa no hace acto de presencia, perderá este derecho.
Algo que, dada la peligrosa aritmética que deben sortear los 'comuns' en el Ayuntamiento, seguramente evitarán. Una posible fórmula sería una abstención de cortesía por parte de la oposición, un escenario que ya se ha producido anteriormente ante algunas ausencias por enfermedad.
Pero aunque Colau es la primera embarazada en ostentar la alcaldía de Barcelona (en tanto que es la primera mujer que ocupa el cargo), esta situación ya se ha vivido anteriormente en el consistorio con algunas de sus concejalas. Y, de hecho, se ha dado el caso de que alguna madre aún estando de baja haya acudido a 'alzar la mano' a un pleno municipal.
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