Mucho antes de que las batallas de rap y las peleas de gallos formaran parte de la cultura popular, los inuit ya utilizaban los duelos cantados como una forma de expresión que, además, les servía para resolver conflictos que surgían dentro de la comunidad. Eran canciones y poemas improvisados que usaban la sátira y los insultos para desprestigiar a un oponente con el que tenían una cuenta pendiente. “Sí, es cierto / Estoy solo / Soy célibe / Porque no quise tener / Una mujer como la tuya”, dice uno de estos divertidos (para el espectador) duelos que podían alcanzar niveles de crueldad insólitos.
El antropólogo y viajero polar Francesc Bailón hace 20 años que se dedica a recorrer las tierras inuit de Canadá y Groenlandia para saber más de estos duelos cantados. Ahora presenta una exposición en el Centre Cívic Pere Pruna (Ganduxer, 130) en la que repasa la rica tradición cultural de un pueblo que es más conocido por un nombre, el esquimal, que ellos mismos consideran despectivo. “Hay muchos mitos sobre los inuit”, explica Bailón. “Por ejemplo, no se dan besos con la nariz, simplemente se huelen. Y muy pocos viven en iglús. Ah, y la piel de los osos polares es negra, no blanca, y los pelos son transparentes”, añade con una evidente satisfacción.
LA FASCINACIÓN POR EL HIELO
Bailón siempre ha tenido una fascinación por todo lo relacionado con el círculo polar. “Cuando era pequeño devoraba libros sobre expediciones árticas mientras mis amigos leían a Mortadelo y Filemón”, dice. Pero el punto de inflexión llegó en 1997, cuando trabajaba en la biblioteca del Museu Etnològic de Barcelona. “Llegó a mis manos un libro de Knud Rasmussen en el que explicaba que los inuit resolvían sus disputas, excepto el asesinato, improvisando poemas satíricos. Estos duelos mostraban a un pueblo que era capaz de solucionar sus conflictos no con violencia física, sino verbal”. Y entonces entendió que quería saber más sobre ellos.
Desde ese día, el antropólogo ha realizado 27 expediciones al Ártico, a la que sumará otra más el próximo mes de agosto. Una de sus obsesiones durante estos ha viajes ha sido recopilar tanta información como ha podido sobre los duelos cantados (llamados tordlut, iviutit, ivinneq o piseq en los diversos dialectos inuit), que para su desgracia hace décadas que han dejado de ser una forma de resolución de conflictos y han sido solapados por el sistema penal habitual de los países donde habitan los inuit (Rusia, Canadá, Estados Unidos y Dinamarca).
CÓMO FUNCIONABAN LOS DUELOS CANTADOS
Cuando dos personas tenían un encontronazo por el motivo que fuera (celos, honor, etc.) y se desafiaban, los amigos y conocidos formaban un círculo alrededor de los adversarios. El duelo cantado solía ir acompañado del ritmo percutor de un tambor y también incluía gestos provocativos de los contendientes, que aprovechaban cualquier oportunidad para despreciar al rival y ridiculizarlo, pero siempre con la palabra. Los dardos verbales volaban de un lado al otro del círculo y por lo general ganaba el que mantenía mejor la compostura y sabía qué responder en cada ocasión, aunque a veces eran los propios espectadores los que tenían que elegir al vencedor.
“El objetivo de estos duelos era restablecer la armonía en la comunidad más que la administración de justicia propiamente dicha”, señala Bailón, que todavía se emociona cuando recuerda su primer encuentro con Anda Kuitse, uno de los últimos poetas del Ártico, el 9 abril de 2013, en la costa este de Groenlandia. Kuitse es uno de los pocos inuit que ha memorizado algunos duelos cantados y los representa en público para que no se olvide esta tradición. Y Bailón desde luego no olvidará el día en que pudo participar en uno: “Fue un sueño hecho realidad”.