Josep Maria Bartomeu prometió en la campaña electoral de 2015 que profesionalizaría el club. El presidente del Barça quería relegar a un segundo plano el protagonismo de la junta directiva e impulsar una cúpula ejecutiva que se encargaría del día a día. Dos años después de su victoria en las urnas, su estructura está bajo sospecha. Chirría. Bartomeu sigue sin encontrar la fórmula para liderar un nuevo ciclo y desconfía de algunos directivos y altos ejecutivos.
En un momento muy delicado para el Barça, por sus dudas deportivas y sus sacudidas institucionales, Bartomeu se ha quedado solo. O casi. Su sintonía con los vicepresidentes no es la ideal para afrontar una temporada que se presenta con muchas turbulencias, con el equipo sosteniendo, una vez más, a la entidad. En manos de Valverde y Messi, el Barça encara una temporada condicionada por la salida de Neymar y su pérdida de influencia en el panorama internacional.
Bartomeu todavía no ha suplido la marcha de Susana Monje, la vicepresidenta económica, por motivos personales y profesionales. Él mismo lidera esta parcela, a la espera de encontrar un relevo de garantías, señal inequívoca de las dudas que suscita el actual proyecto entre la clase empresarial catalana.
EL GRAN ERROR DE JORDI MESTRE
El presidente del Barça también se ha distanciado de Jordi Cardoner, su vicepresidente primero y máximo responsable del área institucional. El nieto de Nicolau Casaus sufrió un gran desgaste durante su último enfrentamiento con TV3 tras quedar retratado por la falta de transparencia del club en la gestión de algunas localidades liberadas por los abonados. Cardoner, cuentan en el Camp Nou, parece estar más preocupado por ocupar la silla presidencial que por auxiliar a su viejo amigo.
El directivo que ha sufrido un mayor desgaste en los últimos meses, no obstante, es Jordi Mestre. El vicepresidente deportivo no ha sabido liderar la renovación de la plantilla y cometió un grave error el día que garantizó “al 200%” que Neymar se quedaría en el Barça. Desde entonces, su credibilidad está bajo mínimos y en la plantilla no es una persona bien vista.
Manel Arroyo, el vicepresidente de marketing y comunicación, también ha perdido protagonismo. El hombre fuerte de Dorna ha dado un paso atrás después de firmar el último contrato televisivo del Barça, que rompió su vinculación con Jaume Roures y Mediapro.
LA INFLUENCIA DE VILARRUBÍ Y EL FICHAJE DE PEP SEGURA
En un discreto segundo plano suele moverse Carles Vilarrubí. El vicepresidente responsable del área institucional es, posiblemente, el gran apoyo de Bartomeu en la junta directiva. Vilarrubí, de marcado perfil nacionalista, es una figura clave que explica el posicionamiento del club a favor del derecho de Catalunya a decidir su futuro. Sus postulados no son compartidos por algunos directivos como Javier Bordas del Grupo Costa Este, muy próximo al PP, y posiblemente el directivo con más conocimientos deportivos de la junta.
Bartomeu también dudas de algunos ejecutivos. Su última apuesta de calado fue el fichaje de Óscar Grau como director general de la entidad. Albert Soler, secretario de Estado para el Deporte con el gobierno socialista de Zapatero, es el máximo responsable de los deportes profesionales y su gestión es cuestionada en algunos despachos.
LA NEGATIVA DE JORDI CRUYFF
Más tocado parece Robert Fernández, el secretario técnico que sustituyó a Zubizarreta y cuyo balance en los últimos fichajes no es satisfactorio. El nombramiento de Josep Segura como nuevo mánager deportivo ha limitado ya el poder del exfutbolista del Barça y del Valencia, que podría ser la primera pieza que sacrificaría Bartomeu para sobrevivir. Antes, el máximo dirigente sondeó la contratación de Jordi Cruyff, pero la respuesta del hijo de Johan fue negativa.
Y negativas son las sensaciones en el Camp Nou tras cerrarse el mercado de verano. Los ingresos, por primera vez en muchos años, han superado a los gastos y Europa ha castigado la falta de planificación y los muchos errores cometidos en los últimos meses. Neymar y Verratti debían ser ahora compañeros del Barça y, curiosamente, juegan en el PSG, un nuevo rico que ha dejado en pelotas al club azulgrana con los millones de Qatar.
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