En 1936 una pareja de jóvenes fotógrafos –un húngaro y una alemana– llegaban a Barcelona con una misión: contar la Guerra Civil española. A través de sus cámaras querían plasmar la cotidianidad en el frente republicano, pero también la vida de las familias en las casas y en las calles. Seguro que ni Robert Capa ni Gerda Taro se imaginaban que los seudónimos que se pusieron para esconder su condición de refugiados en Barcelona seguirían resonando hoy con tanta fuerza.
Este lunes tuvo lugar en el Centro Cívico Urgell de Barcelona la segunda jornada del ciclo “Ni genios ni musas. Parejas artísticas del siglo XX”. Tras el paso de los escultores Camille Claudel y Auguste Rodin hace una semana, llegó el turno de Robert Capa y Gerda Taro, narradores gráficos que sentaron las bases del fotoperiodismo moderno. El ciclo finalizará el lunes 30 de octubre con una conferencia sobre la pareja estadounidense Lee Krasner y Jackson Pollock, máximos exponentes del expresionismo abstracto en su país.
Robert Capa levanta pasiones en todo el mundo por su amplia trayectoria, por eso grandes museos como el MACBA de Barcelona o el Museo Reina Sofía de Madrid le han dedicado exposiciones. Sin embargo, la figura de su pareja Gerda Taro, ha pasado más desapercibida. Emma F. Parcerisa, encargada del ciclo, reivindica su labor en la Guerra Civil: “Ver a una mujer en el frente sacando fotografías era insólito en la época”. Gerda Taro tuvo una predilección por retratar a las milicianas en la Guerra Civil, que consideraba mujeres empoderadas. Aunque muchas de sus fotos las firmó con el sello “Capa”, por eso algunas han sido atribuidas a Robert Capa y aún hoy es difícil determinar la autoría exacta.
La muerte prematura y trágica de Gerda Taro el 26 de julio de 1937, arrollada sin querer por un tanque republicano, supuso un golpe bajo para Robert Capa. A pesar de eso siguió narrando gráficamente el final de la Guerra Civil, hasta el exilio. “Es devastador ver las imágenes en orden cronológico”, dice Emma F. Parcerisa. Al comienzo de la guerra se percibe la emoción, la esperanza de los jóvenes republicanos que partían al frente. Hacia el final de la guerra, se aprecia la pobreza, el hambre, el hastío. “Ellos dos creían que podían cambiar la sociedad a través de las imágenes”, añade con solemnidad.
El final del ciclo lo marca una devastadora declaración de Robert Capa sobre los exiliados: "He quedado sorprendido con la serenidad con la que asumen su destino y renuncian a todo lo que aún les quedaba en este mundo. Me produce terror pensar que otras miles de personas de otras partes del mundo puedan sufrir la misma suerte". Silencio en la sala. Se refería a los más de 470.000 refugiados que huían a Francia por Catalunya. Aplausos en la sala. A veces, las palabras de ayer siguen siendo actuales hoy.