Comienza el ritual de sake que da la bienvenida a la 23ª edición del salón del manga de Barcelona. A las 13:00 horas del mediodía ya han entrado 12.000 personas que se han repartido entre los cinco salones de la Fira de Barcelona, lugar que acoge el encuentro más importante de animación japonesa hasta el próximo domingo día 5.

De menú yakisoba, ramen, gyudon, taiyaky, dorayakis y cientos de mochis que se venderán en los próximos días. Algunos mochis imitan las bolas de dragón de Dragón Ball, serie a la que se le rinde homenaje en esta edición por el 25º aniversario de su primera edición manga en castellano.

Continúa la jornada entre Manekos, esos gatos encantadores con un brazo móvil que llevan consigo los kanjis, mensajes de fortuna, protección y amor para quien lo compre. "Lo mejor es que te lo regalen para que funcione", dice Chistelle, de Chatmiaomi. Hay decenas de este felino, grandes, sonrientes, de cerámica, en llaveros… La mayoría importados desde Japón. Al lado, cuelgan kimonos, hakomis, obis (cinturones) y otras piezas de indumentaria tradicional japonesa al módico precio de 35-40 euros, claro, no son de seda. Un salón donde encontrar un amplísimo abanico de fanzines y series completas de dibujos manga y anime por entre 10-100 euros, precios promoción para la feria, pero que, según Kotoro y Spiro, dos chicas disfrazadas de personajes manga, cuestan lo mismo que en algunas tiendas o en internet. "Hay gente que se gasta hasta 500 euros en el Salón porque hay cantidad de cosas que recién llegan a España importadas de Japón".

Muñecos anime / AROA ORTEGA



EL SECTOR DEL CÓMIC EN ESPAÑA

Los muñecos de Chii, Mimitos, Hamtaro y el gato de Natsume son de los más demandados, a parte de los videojuegos y creaciones de autores españoles. "Pese a que en España hay buenos ilustradores, la gente no valora la autoría que no es internacional", explica Nuria Requena, ilustradora de la escuela Josa, una de las esperadas en el salón. La artista, que suma 3000 seguidores en su cuenta Facebook, puede ganar hasta 120 euros en un buen día del Salón pero reconoce que los encargos personalizados están mejor pagados.

Y del gremio de la ilustración al editorial. Mayoristas y especializadas. Metrópoli Abierta ha hablado con Toni Kudo, creador de Superbarna, el héroe que no vuela sobre rascacielos, sino que anda por Barna City. Un cómic de aventuras, acción y mucho humor que lleva al Salón del Manga su segundo capítulo de lo que prevé que será una saga. Kudo explica que "hemos superado la idea de que el cómic sea cosa de niños. Desde hace algunos años, los adultos también leen cómics pero no hemos valorado la autoría de aquí, como sí lo hacen en Francia o Italia". Aún así, el guionista e ilustrador dice que el mercado del cómic en España va in crescendo. Desde la editorial de Superbarna esperan vender unas 400 unidades entre todos los libros que publican durante los días del Salón.

LA ROBÓTICA GANA ESPACIO

El Salón del Manga viene servido de producción editorial, pero el espacio Nintendo sigue siendo uno de los preferidos por los visitantes. El pabellón de robótica demuestra el poder de la automatización, de la creación de los gigantes mecánicos como Mazinger Z, el Astro Boy y los chobits (ordenadores en forma humana con voluntad propia) en el mundo manga a la creciente robotización de las tareas humanas. La exhibición de robots organiza visitas dirigidas a colegios de Barcelona, programa rings de lucha libre de robots e invita a reflexionar sobre la inteligencia artificial en el mundo actual.

Un año más, se repiten los concursos de cosplay, los talleres de caligrafía japonesa y las mesas de dibujo en 3D. Por si fuera poco, además, el visitante puede aprender a cocinar gracias a las sesiones culinarias de gastronomía japonesa que se dan en el pabellón 2, ver una exposición de bonsáis, tomar té al estilo japonés, asistir a actuaciones musicales en la plaza de l´Univers, visionar capítulos manga en el Auditorio, organizar un viaje al país nipón y contemplar algunas exhibiciones de artes marciales en el espacio Espíritu de Japón.

Chicas vestidas con kimono / AROA ORTEGA



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