A Toni Padilla (Sabadell, 1977) le encanta el fútbol. Le gusta tanto que lo ha utilizado como excusa para contar 34 historias del mundo que conforman su último libro, Atlas de una pasión esférica. Un equipo femenino inglés que llenó estadios en la Primera Guerra Mundial, un partido en la Antártida o el caso de un profesor que fundó una integradora escuela de fútbol en plena guerra, son algunos de los relatos incluidos.
El periodista e historiador muestra la cara más humana del fútbol a través de cortas historias sobre la superación personal o la lucha por la igualdad y los derechos humanos, siempre con un mismo denominador común: la pasión por el fútbol. Son pequeñas pinceladas que pretenden desmitificar algunos aspectos de este popular deporte y reivindicar la esencia del fútbol, más allá del negocio. GeoPlaneta, editorial del libro, ha fichado la librería Altaïr para presentarlo este martes 12 de diciembre, donde acudirán el autor Toni Padilla y el ilustrador Pep Boatella a hablar de eso: de pelotas.
Algunas de las historias son conocidas, pero otras, no. ¿Cómo las descubriste?
La idea era encontrar el equilibrio entre algunas conocidas y otras que no. Las conocidas quería desmitificarlas, en cierto modo, y las desconocidas surgen de la curiosidad de alguna lectura o viaje donde aparece un hilo que se puede estirar. La mezcla entre la curiosidad que tenemos todos los periodistas junto con mi frustración por no haberme podido dedicar a la historia han sido mis motivaciones.
En los relatos se percibe esa otra gran pasión tuya, la historia.
Sí, era uno de mis sueños, aunque estoy muy contento de haberme dedicado al periodismo.
Las historias que se incluyen en el libro, muy diferentes entre ellas, van desde principios del siglo XX hasta este mismo año.
Era uno de los objetivos. Fue una propuesta de la editorial GeoPlaneta. Hay una cierta suspicacia en pensar que fútbol y libros tienen que ir separados, como si fuera una cosa primitiva, como si a la gente que le gusta el fútbol no le gustara leer. Así que la propuesta me encantó. El condicionante era que tenían que salir todos los continentes. Quise hacer un doble relato, el geográfico y temporal. La primera es la de Sudáfrica, sobre una época de Mahatma Gandhi en el país, antes de la Primera Guerra Mundial, y la última es la de Nadia Nadim, que este 2017 se ha convertido en la mejor jugadora de la selección danesa, subcampeona de Europa.
Muestras una faceta desconocida de algunos personajes tan célebres como Mahatma Gandhi o Bob Marley.
Es curioso el caso de Gandhi porque no le gustaba el fútbol. Es de las primeras personas que concibe este deporte no solo como un juego, sino como una herramienta para cambiar la sociedad y luchar contra normas injustas. Él crea ligas de fútbol que luchan contra la segregación racial mucho antes de que se establecieran las primeras leyes oficiales del apartheid. Quise incluirlo como primer capítulo para mostrar este punto de reivindicación. En ocasiones, el fútbol se utiliza con un sentido negativo. Hay gente muy crítica. Para mí, el problema no es el fútbol, es el poder. El fútbol es una herramienta más que se utiliza desde arriba, a nivel político y económico, para someter a la población. El juego no es el culpable, es la sociedad. Y hay ejemplos de personas tan interesantes como Gandhi que utilizaron el deporte para mejorar.
El caso de Bob Marley es diferente, ¿no?
Sí, tampoco tiene nada que ver con la política. Él tenía una relación muy infantil y pura con el fútbol. Después de tanto sufrimiento, el fútbol formaba parte de su construcción vital donde sentirse feliz. Quise dar estas dos visiones en el libro: el fútbol como víctima y el fútbol como herramienta de rebelión. Por eso incluyo estas historias, porque como había muchas de guerras, de Stalin o Hitler, pensé que era necesario este punto positivo porque si no deprimiría al lector. (Ríe)
"El fútbol es una herramienta más que se utiliza desde arriba, a nivel político y económico, para someter a la población"
Hablas de historias durante las guerras, pero detrás está la vertiente humana. Por ejemplo, el caso de Bosnia, Esperanza bajo las bombas, donde los niños tienen que cruzar un puente lleno de francotiradores para ir a entrenarse.
De hecho, el fútbol es la excusa en este libro. Es el escenario común, pero las historias son sobre las personas. Gocé mucho con esta historia porque pude entrevistar a Pašić, que tuvo la gran idea de crear la escuela Bubamara, donde la única condición era que los niños tenían que jugar juntos, fueran del país que fueran, no había enemigos.
¿Qué historias del libro son mitos?
El caso de Nikolái Stárostin, que estuvo en un gulag. Se mitificó tanto que dejó de interesar su versión, solo interesaba lo que simbolizaba. Fue un héroe para una época. Cuando se desclasificaron los archivos de la KGB se vio que quizá no estaba tan relacionado con el fútbol. Hay mucha leyenda detrás de las algunas personas. Como persona puedes acabar siendo un mito en las manos de los otros, pero nunca se sabrá la verdad.
También sucede en el fútbol contemporáneo.
Ahora se mitifica demasiado. Pero esta mitificación es puramente deportiva. Mira Cristiano Ronaldo o Leo Messi. Ellos como personas probablemente sean muy poco interesantes, aunque sean deportistas excepcionales. Es un modelo muy recurrente, ya ha pasado en otras ocasiones a lo largo de la historia. Pocos de los nombres que aparecen en el libro son conocidos como deportistas, el más conocido es Alfredo Di Stéfano, que tuvo la mala suerte de que lo secuestraran en Venezuela, pero no hay grandes nombres. Algo que echo de menos hoy en día es que cuesta encontrar futbolistas muy interesantes como personas. El único que me parece un poco interesante en el Barça es Gerard Piqué.
Una de las historias en la que se visibiliza el negocio del fútbol es la de Italia, con Romeo Anconetani vinculado en un giro final con Silvio Berlusconi.
No es ningún secreto que Berlusconi utiliza la plataforma para excederse en el poder. Sí, Anconetani es un personaje muy famoso en Italia. En sus últimos años de vida acaba como un juguete roto de Berlusconi. Este capítulo fue un regalo para mí mismo porque soy un gran aficionado de este equipo, el Pisa. Sitúo a Berlusconi como lo que es: una persona brillante y ambiciosa, pero maléfica. Ha podrido todo lo que ha hecho con una hoja de ruta inteligente. Ha destruido una televisión pública muy buena y ha terminado con las libertades en los medios de comunicación. También se ha cargado los derechos de las mujeres a las que ve como objetos. Particularmente, creo que ha atentado contra todo lo que quiero. Intenté explicarme a mí mismo por qué me gusta tanto el fútbol si hay tanta mierda. Y es esta la balanza. Italia es el gran país donde se encuentra el equilibrio entre pasión, verdad y mentira.
Hoy en día cuesta encontrar futbolistas muy interesantes como personas. El único que me parece un poco interesante en el Barça es Gerard Piqué
Una historia sorprendente es la de las fa'afafine, consideradas un tercer género en la Samoa americana.
Descubrí esta historia de una forma muy poco romántica, viendo un documental sobre las peores selecciones del mundo. Una de ellas era la de Samoa Americana. En el documental aparecía el lateral derecho, que tiene un caminar muy sensual, con el pelo largo, y llama la atención. Además fuera del campo, va maquillada. Pasa en otras islas, las fa'afafine están reconocidas por ley como tercer género, muchas de ellas han llegado a ser ministras, incluso directoras de escuela. El único tabú es que no se pueden casar entre ellas. En muchas otras culturas precolombinas y heredadas en etnias de México o Guatemala se ha dado este caso, de que tenían tantos hijos varones que necesitaban feminizar a uno para que ayudara a la madre en las tareas de casa. Este fenómeno produce una muestra de respeto a las libertades sexuales. A la FIFA la puso en un problema, porque no sabía cómo considerarla.
El fútbol occidental de hoy sigue reivindicando la virilidad.
Uno de los últimos tabúes es el de la homosexualidad, pero también el de que las chicas no puedan jugar y se las considere marimachos. Vuelvo a lo mismo, que el problema es la sociedad. En todas las casas hay una pelota, y a los niños les gusta, lo que pasa es que en algún momento dicen "tú muñeca, tú pelota". Marcándolos. A mí me marcaron. El fútbol como tal es inocente y además es uno de los deportes más democráticos. Yo por mucho que quiera no podré jugar en la NBA por mi estatura. Pero si te fijas en los mejores futbolistas de hoy te das cuenta de que uno es un tapón, que es Messi, y otro es muy alto, que es Cristiano Ronaldo.
¿Qué nos cuentas de las dos emocionantes historias sobre los equipos de fútbol femeninos?
En el libro quiero resaltar que los equipos femeninos no son de ahora, ya en 1914 hubo un equipo inglés que consiguió llenar estadios. Trato de explicar que no es que las mujeres no sepan jugar a fútbol, sino que unos hombres encerrados en un despacho deciden que no pueden jugar. El caso del equipo americano es aún más fuerte: en los años 70 aún las chicas tenían que presentar certificados médicos conforme practicar el deporte no atentaría contra su salud y la capacidad de ser madre.
"Uno de los últimos tabúes en el fútbol es el de la homosexualidad, pero también el de que las chicas no puedan jugar y se las considere marimachos"
En el caso de Brasil, con la historia de Arthur Friedenreich, sucede algo parecido.
El proceso es parecido. Todos juegan de pequeños, hasta que llega un hombre que decide quién puede jugar y quién no. “Tú eres negro o mestizo, pues no puedes jugar, hazlo en la calle, pero no en nuestra liga, que es de blancos”. Hay alguien que establece las normas y es el que hace el negocio. El problema es la organización del poder. Con los equipos femeninos pasa igual. No las querían jugando porque las querían en casa. Tenemos que defender el fútbol como sí: el acto más sencillo que es chutar la pelota y marcar un gol. Es un deporte tan bonito, popular y global, que ha conseguido éxito. Y, como todo lo que triunfa, quien ve la oportunidad de negocio la aprovecha. Miras los despachos y te desanimas.
Y miras los desproporcionados salarios y te desanimas también.
Sí, no tiene ningún sentido. Uno de los problemas que tenemos en Catalunya es que hay demasiada gente del Barça y te olvidas del resto. Es uno de los clubes que más dinero se gasta en el mundo y forma parte del mercado. Aquí la mayoría es solo de un equipo, pero el fútbol son otras cosas también. El fútbol es mucho más que esto. Son las categorías regionales, es la lucha contra el racismo, por la igualdad, son historias de superación y de guerras. Así que no lo juzguemos. Como periodista me encuentro mucho con esto. Y la gente solo me pregunta por el Barça. Yo respondo: “critícalo, sí, se ha gastado 150 millones en un jugador; sí, hay presidentes corruptos. Pero por cada mal ejemplo que me des, te daré uno bueno”.
¿Por ejemplo, la historia de Nadia Nadim?
Es una historia muy bonita. Una niña condenada a vivir en el Afganistán cuando su madre decide emigrar y terminan en Dinamarca. Es un gran referente: cómo habla, ha estudiado y, además, está implicada en varias causas benéficas. Es un gran ejemplo, y ha sido en parte gracias al fútbol. Durante unas horas al día era igual que lo daneses y eran felices. La madre encontró a unos padres que les pareció bonito. Esta misma escena, en otro momento de la historia, ha escandalizado. Ahora, por cierto, está jugando en el Manchester City femenino. Para mí es la figura más interesante que hay en Manchester, más que Guardiola.
¿Las categorías regionales son importantes para ti, decías?
Yo soy del Sabadell, es mi equipo y soy socio. Mis padres decían "vamos con el Sabadell porque somos de aquí". Hay un punto cultural de querer ganar siempre. Para mí no es eso. El fútbol mal entendido puede ser un mal ejemplo. Es bueno que el fútbol te transmita valores como trabajar en conjunto. Pero cuando el negocio mata la pasión siento rechazo. En mi caso, busco el equilibrio entre el niño y el periodista.
¿Alguien que no sienta pasión por el fútbol puede disfrutar el libro?
Este es el objetivo. No hablo de tecnicismos, sino que reivindico el fútbol como herramienta para explicar la historia. No entiendo cómo historias tan bonitas como la de la escuela Bubamara en Bosnia se excluyen de los libros de historia. Si me quieres explicar una sociedad, tengo que saber cuáles son sus pasiones y los escenarios comunes, y el fútbol lo es: es una de las grandes pasiones universales. Si alguien llega al libro porque le gusta la pelota y acaba descubriendo una historia sobre Bangladés, estaré contento. Y si alguien a quien no le gusta el fútbol disfruta del libro y acaba teniendo una imagen un poco más positiva de este deporte, estaré contento también.