El FC Barcelona tiene muy difícil llevar a cabo el plan de remodelación del Camp Nou. O consigue un patrocinador potente inmediatamente o no será posible transformar los aledaños del estadio en un futuro próximo. “O conseguimos un sponsor en semanas o no podrá ser. Ha de ser alguien que ponga encima de la mesa, como mínimo, 300 millones de euros para que su nombre figure en el estadio. De lo contrario, debemos despedirnos del gran proyecto”, explican fuentes cercanas a la junta directiva que preside Josep Maria Bartomeu a Metrópoli Abierta.
Y eso sin contar que, según los estatutos, el club debe reducir drásticamente la deuda, que no puede ser el doble que el ebitda (margen bruto de explotación antes de intereses, impuestos y amortizaciones). En caso contrario, si durante dos ejercicios consecutivos ello sucediese, se deben convocar elecciones inmediatamente. Lo óptimo sería situar la deuda en 200 millones. Pero el último ejercicio la deuda se fijó en 247 millones y el ebitda en 124,3 millones de euros. La ratio de la deuda sobre el ebitda es del 1,99 (tiene margen hasta el 2,25). Por tanto, tiene un problema si quiere endeudarse más.
Al club blaugrana, pues, se le ha puesto cuesta arriba el proyecto del Espai Barça. En las instalaciones que ocupan ahora el campo de fútbol y las demás instalaciones, entre las que se cuentan el Miniestadi y el Palau Blaugrana, se tendría que construir equipamientos que no sólo servirían para dar servicio al club, sino a los vecinos. Pero las cosas se han torcido.
El proyecto contempla un nuevo Palau, instalaciones diversas, un auditorio, tiendas e incluso un hotel. Una consulta entre los socios realizada en 2014 dio el visto bueno al nuevo espacio lúdico y deportivo, que debería nacer en la zona de Les Corts. Pero la dura realidad es la que enfrenta al club con el Ayuntamiento y los vecinos, que han presentado alegaciones y el proyecto se encuentra paralizado.
EL PROBLEMA, LOS VECINOS
El Ayuntamiento, según fuentes municipales, no tiene inconveniente en que el Barça lleve adelante sus planes. En un principio, el consistorio surgido de las urnas en 2015 veía con malos ojos lo que el club trataba de hacer. Pero ahora, la administración local se ha vuelto más pragmática. Y quien se ha vuelto más intransigente es el vecindario. “Los vecinos presionan para obtener más beneficios, pero no sabemos que más quieren. El proyecto prevé más zonas verdes, equipamientos, guarderías, se abren las calles… pero se niegan a que haya oficinas para que el club pueda rentabilizar la inversión o un hotel pequeño. No lo entendemos. El barrio y la ciudad salen ganando, y mucho, con el proyecto”, señalan a Metrópoli Abierta fuentes del club blaugrana.
La remodelación le puede salir al Barça por 600 millones de euros. De hecho, tendría que haber comenzado las obras el año pasado. Se retrasaron al 2017 y ahora se piensa ya en el 2019 como fecha para el inicio… pero eso es si se consigue patrocinador. “El Real Madrid, campeón de las últimas dos Champions, y con Florentino Pérez a su frente, ya tenía un patrocinador para su estadio en Abu Dhabi. Pero hace 15 días que el patrocinador se ha echado atrás y ahora no tiene quien ponga dinero. Si eso ocurre con un equipo que ha ganado dos Champions últimamente, qué no puede ocurrir con el Barça”, explica a este diario una fuente del club.
LOS PLAZOS SE RETRASAN
El responsable del patronicio, Manuel Arroyo, está trabajando a tope para conseguir esponsorización para la remodelación. “Se han tocado a todos los posibles interesados, pero no ha habido suerte. La dificultad de conseguir financiación pone en riesgo la reforma del estadio”, admiten fuentes del Barça. Estas fuentes remarcan que, al menos, el 50% del coste total de la obra tiene que salir del bolsillo de un solo patrocinador, que será el que preste luego el nombre al nuevo estadio.
Arroyo contrató a una agencia de los Estados Unidos para buscar dinero entre las grandes compañías, pero hasta el momento todo intento ha sido estéril. “Teníamos el compromiso de comenzar en 2018 las obras de remodelación de la zona, pero va a ser imposible. Si todo va bien, comenzarán en 2019, lo que quiere decir que si nos damos prisa, acabarán en 2023, aunque a un ritmo normal los plazos se van al 2025, cuando sobre el papel se preveía que estaría todo terminado en el 2012”, señalan a este diario fuentes cercanas al club.
Desde el club blaugrana se especula con que la dificultad de conseguir dinero se debe a la crisis mundial del crudo. “La mayor parte de los patrocinios de estas características que ha habido en los últimos años ha sido de fortunas ligadas al petróleo. Con la crisis, se han frenado la mayor parte de los proyectos que los países árabes tenían en Occidente”, subrayan las fuentes.
GRIFOLS NO ESTABA INTERESADA
Desde hace tiempo, el FC Barcelona sondea los mercados internacionales buscando un patrocinador. Buscó en casa y fuera. En un momento determinado, se habló de la farmacéutica catalana Grífols como una de las que podría estar interesada en poner el dinero encima de la mesa. Pero, aunque hubo alguna conversación sobre el particular, ni siquiera se llegó a negociar en serio sobre la posibilidad de un patrocinio, explican fuentes solventes a este diario.
Multinacionales norteamericanas, chinas, japonesas, coreanas o árabes han pasado por la mesa de los directivos culés para calibrar el interés. La oferta del Barça es sencilla: poner su nombre al estadio de uno de los clubs más prestigiosos del mundo si, a cambio, patrocinan la camiseta del club. Condicionamientos culturales y económicos juegan en contra del Barça. No sólo hay problemas para rentabilizar económicamente la marca: se trata también de una cuestión de ética.
El emirato de Qatar ha quedado escaldado por una campaña en su contra realizada precisamente desde peñas del Barça, cuando otras marcas similares lucían en las camisetas de los equipos de media Europa sin que hubiese críticas políticas por ello. Y nadie quiere, hoy por hoy, someterse a la dictadura de las redes sociales copadas por grupos que quieren rentabilizar políticamente un acuerdo meramente comercial.