Parecía que el futuro no diera pie al nacimiento de librerías pequeñas, pero el sector ha demostrado que sí, que era posible, que no era estéril. El futuro –ahora ya presente– ha parido unos espacios únicos, fiables y humanos a los que da gusto entrar y pasarse horas. ¡Vaya librerías! Han surcado las olas, atravesado tormentas y se han plantado en la ciudad con el papel y el buen rollo por bandera. Libros autoeditados o de pequeñas editoriales, de segunda mano o especializados... han llegado para quedarse.
Estas librerías –lugares de culto– no solo apuestan por el libro en papel, sino que promueven una filosofía de una vida sosegada y una lectura reposada. Es por eso que en su interior puedes encontrar asientos para relajarte o cafeterías para acompañar tus viajes de papel con algo de bebida u comida.
Algunas de ellas se pusieron nombres tan descarados como No Llegiu o La Caníbal. Toda una declaración de intenciones. Lo mismo sucedió con Malpaso o La Impossible. Ninguna de las dos creía que la iniciativa fuera a funcionar. Sin embargo, sus nombres, al final, han llegado lejos. Y ahí siguen, apostando por las pequeñas editoriales y el trabajo bien hecho. También se han dado casos de librerías que han emergido en forma de cooperativa, como por ejemplo +Bernat.
ESPACIO PARA REIR
Otra que no puedes dejar pasar es La Llama, una librería con galería de arte para partirse de risa y descubrir lo más sórdido del panorama actual. En el proyecto está metido Kike García, uno de los padres de El Mundo Today. Además de libros hay también juegos y objetos de regalo de broma, como el mítico pollo amarillo de goma. Y al fondo no encontrarás los baños, sino que te toparás con una sala de exposiciones que albergará próximamente eventos humorísticos.
LA LIBRERÍA BEAT DE BCN
Para los más bohemios que aún siguen pensando en los mágicos años 60 y 70 en Estados Unidos, y se han subido al carro de la Alt Lit, está On the road, una librería que homenajea a Jack Kerouac con su nombre y a toda la Beat Generation con su contenido. On the road es de esos lugares para entrar, tomarse un whisky solo y perderse en los versos de Howl de Ginsberg. I saw the best minds of my generation destroyed by madness...
Los anuncios de Malpaso en la Gran Via son únicos | PAULA BALDRICH
Al otro lado de La Rambla está La Calders, una especie de cueva ubicada donde antes había una fábrica. Ellos mismos se definen como “una librería especializada en libros”. Su rasgo más personal reside en la gran variedad de autores locales que se pueden encontrar en ella. Busca ser un expositor para autores cercanos a la par que les ofrece un espacio de co-working.
En Gràcia también hay librerías llenas de buena energía. Es el caso de La memòria, especializada evidentemente en... la historia. Como rasgo diferencial, los ejemplares están ordenados por temáticas similares para que el lector pueda descubrir obras relacionadas con lo que está buscando.
O Mecànic, ubicada en un antiguo mecánico –valga la redundancia– que da a conocer libros de fotografía y tiene además en su interior un espacio para exposiciones alternativas y una cafetería con una amplia oferta. No corrió la misma suerte Pequod Llibres, impulsada por dos jóvenes que focalizaron su atención –sobre todo– en editoriales independientes. En 2015, después de cuatro años, tuvo que bajar la persiana.
Luego hay otras que siguen en pie como la librería Gigamesh –que constituye uno de los vértices del Triángulo Friki de Barcelona– centrada en el cómic y la literatura, con amplias estanterías dedicadas también al Rol, juegos de mesa, miniaturas y cartas. Y Fatbottom, una librería gráfica que apuesta por los fanzines sean del idioma o estilo que sean. Ahí dentro hay lugar también para la fotografía y la serigrafía.
Este boom de pequeñas librerías en Barcelona ha llegado acompañado de un resurgir de librerías de segunda mano como es el caso de Re-Read, Tuu librería o la Associació Llibre Solidari, que se han consolidado en los últimos años. Después de todo, solo nos falta añadir un grito: ¡Larga vida al libro en papel y a las pequeñas librerías! Seguimos.