El futuro del Circuit de Barcelona-Catalunya, en Montmeló, es incierto. El cambio de dirección, con la salida de Salvador Servià y la entrada de Joan Fontseré en 2015, no ha solucionado los endémicos problemas económicos del circuito. Al contrario, las incertidumbre sobre la instalación más emblemática del mundo del motor en España es más incierto que a su llegada al frente de la infraestructura deportiva.



Inaugurado en septiembre de 1991, la viabilidad de la instalación pasa por la continuidad del Gran Premio de España de Fórmula 1. El acuerdo vigente con el Gran Circo de los coches caduca en 2019. Pese a la inminencia del final, las negociaciones entre los responsables del circuito de Montmeló y los propietarios de los derechos de la competición automovilística todavía no han comenzado.



Ésta será la primera negociación que los responsables del circuito deberán llevar a cabo con los nuevos propietarios de la competición, la empresa Liberty Media Corporation. Y la primera que afronta Fontseré, un ejecutivo de perfil político, desde que accedió al cargo de director del circuito de F1.



En el Gran Circo han cambiado algunas cosas en la última década. La más importante es que Bernie Ecclestone ya no es el dueño de la Fórmula 1, por lo que las peticiones de los nuevos propietarios serán diferentes. Por otra parte, el escenario actual internacional es muy distinto al de hace unos años por la irrupción de países emergentes que pagan mucho dinero por organizar una carrera.



OSCURANTISMO CON LAS CIFRAS

Pese al oscurantismo que siempre rodea las cifras de esta instalación, algunos datos se han conocido a través de pequeñas filtraciones. Los propietarios del Circuit de Barcelona-Catalunya (la Generalitat, los Ayuntamientos de Barcelona y Montmeló, y el RACC) pagaron unos 24 millones de euros anuales, según fuentes del sector, cuando en 2015 decidieron renovar su vinculación con la Fórmula 1.

Los nuevos propietarios de las carreras de bólidos quieren más dinero para renovar el contrato más allá de 2019. De hecho, uno de los elementos que ha modificado el contexto guarda relación con los últimos acuerdos que los gestores del campeonato ha alcanzado con instalaciones similares en Estados Unidos, México, Abu Dabhi, Bharéin, Azerbaiyán y Rusia. La mayoría de estos países paga más de 50 millones de euros por organizar uno de los grandes premios cada ejercicio.

Otro hándicap que pueden encontrarse los responsables del circuito español es que la empresa propietaria de los derechos, Liberty Media Corporation, está en negociaciones con ciudades que han mostrado su interés en entrar a formar parte del Gran Circo y que están dispuestas a poner encima de la mesa mucho dinero. De hecho, los ejecutivos de Liberty Media han entablado conversaciones con varias ciudades en Estados Unidos, como Nueva York, Las Vegas y Miami, siendo está última la favorita, y pretenden establecer una nueva carrera en China y otra en Vietnam. Todo ello irìa en detrimento de algunos circuitos europeos y el de Barcelona-Catalunya esté entre los primeros de la lista para caer.



Durante el acto de presentación del Gran Premio de España que se tendrá lugar en el Circuit de Barcelona-Catalunya del 11 al 13 de mayo, los representantes del circuito y el presidente de Liberty Media Corporation, Chase Carey, hicieron una declaración pública de buenas intenciones. Sin concretar nada, ambos expresaron su voluntad de extender la colaboración actual. Entre líneas, no obstante, se pudo constatar que las negociaciones serán difíciles.



INESTABILIDAD POLÍTICA

La situación política catalana, muy inestable desde hace siete meses, no es del agrado de los dirigentes del conglomerado Liberty Media. Se da la circunstancia de que el director de la instalación no es un directivo ajeno a esta polémica entre el independentismo y el Gobierno de Madrid. Joan Fontseré es un independentista declarado que se presentó al acto de presentación del Gran Premio de España luciendo un lazo amarillo de los que se utilizan para solicitar la libertad de los políticos presos.



El contexto, en consecuencia, es de una incertidumbre manifiesta sobre el futuro de la infraestructura deportiva. Los cambios en el panorama internacional, en la organización y hasta en la dirección del Circuito de Montmeló juega en contra de las expectativas a medio y largo plazo. Una eventual pérdida del Gran Premio de España de Fórmula 1 obligaría a las administraciones públicas a asumir unas pérdidas económicas cuantiosas. Desde 2009, el circuito acumula números rojos en sus cuentas de resultados que, mayoritariamente, cubre la Generalitat.

Joan Fonseré, quinto por la izquierda, lució el lazo amarillo en la presentación del GP de España





Por si esa apelación al capital público no fuera ya una desgracia para el deporte y los ciudadanos catalanes, según fuentes del Circuit de Barcelona-Catalunya, el Gran Premio de España tiene un impacto de 120 millones de euros, que afecta tanto a la localidad que acoge la instalación (Montmeló) como otras localidad próximas en las que los servicios de todo tipo, y en especial de hostelería, esperan con interés la celebración de la prueba que hace rugir los motores de los bólidos más rápidos de mundo.

 

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