“Esta asociación tiene como objetivos la creación, promoción, formación y divulgación de cualquier actividad referente a (o relacionada con) la fotografía y cualquiera de sus vertientes, así como de otras expresiones artísticas y culturales”.
Así reza la carta de presentación que hay en el portal Associació Fotògrafes.com. Lo dice (casi) todo. Lo que se adivina, como dice su nombre, es que lo forman exclusivamente mujeres. Cuatro en concreto: Clara Vilargunter, Julia Roca, Lucía Jiménez y María Fernanda González. Su trabajo colectivo puede verse en los diferentes apartados de la web, y haciendo clic sobre cada nombre te enlazan en sus páginas personales.
Para conseguir sus objetivos, la asociación realiza actividades varias como exposiciones, cursos, talleres, charlas, debates, sesiones fotográficas, entre otras cosas, siempre con la ilusión por bandera y con el fin de dar acceso a un espacio creativo donde poderlas llevar a cabo.
“Lucía y yo estudiamos juntas”, explica Julia. “De 2005 a 2006 empezamos a hacer cosas como colectivo fotográfico; primero con exposiciones, después creamos una web y redes sociales; finalmente, nació la idea de hacer una asociación y, paralelamente, tener un espacio para trabajar”.
Ese espacio está en el barrio del Poble-Sec (distrito de Sants-Montjuïc), en una zona rodeada de otros lugares artísticos, y en él han creado un sitio creativo de unos 50 metros cuadrados, con un pequeño estudio fotográfico y mesa para cursos y talleres de hasta 15 plazas.
“Desde el primer momento quisimos que el espacio estuviese abierto a todas las personas que quieran aprender fotografía. De ahí la creación de talleres”, comenta Lucía. “Pretendemos facilitar a todas las personas que quieren hacerse una sesión fotográfica tener la ocasión de hacerlo a muy buen precio”.
Una de las singularidades de Associació Fotògrafes es que en ella se puede encontrar todo tipo de formas de fotografiar, y ello porque las cuatro tienen maneras distintas de enfocar la vida y sus pasiones. Así que todo el mundo tiene la posibilidad de apuntarse al estilo que más le apetezca.
Aquí se plasman trabajos y sueños de Associació Fotògrafes
Son muy diferentes, las cuatro. Julia, por ejemplo, se siente mucho más cómoda haciendo fotos en la calle; le gusta la fotografía de paisaje urbano, con mucho color. ‘Malí’ (María Fernanda) es una gran retratista y domina mucho la luz natural para tomar fotografías geniales, tanto de producto como de personas. Lucía es una fotógrafa muy técnica, tiene un dominio absoluto de los elementos de iluminación en estudio. Hace sesiones familiares -o para embarazadas- que tienen mucho éxito. En cuanto a Clara, también le gusta la foto callejera, como a Julia, pero además le encanta la de naturaleza.
MUJER, AUTORA, FOTÓGRAFA
En su taller del Poble-Sec, este póquer de admiradoras de la fotografía femenina (entre sus heroínas están todas las grandes: Dorothea Lange, Gerda Taro, Vivian Maier, Dora Maare, Helen Levitt, Annie Leibovitz…) realiza mensualmente hasta tres talleres de fotografía, normalmente en fines de semana, en formatos de cuatro horas: desde iniciación a la fotografía hasta retrato, pasando por salidas fotográficas. También montan ‘sesiones exprés’ de Navidad, y en otras fiestas señaladas, para familias que quieran tener recuerdos bonitos de esta época.
Dos preguntas, les soltamos: ¿La sociedad distingue entre un fotógrafo y una fotógrafa? ¿También en el reino de la fotografía podemos encontrar diferencias de género?
Julia toma, de nuevo, la palabra: “A día de hoy, considero que ya no es el caso. Se trata de una profesión artística, y la gente valora la fotografía basada en el ojo fotográfico más que en el género. El problema es general, más que de género: la fotografía, por desgracia, es un trabajo poco valorado. El mundo digital y el acceso a tanta información provocan que la gente piense que por tener una cámara –¡o un smartphone!- ya eres fotógrafo. Pero el equipo fotográfico no hace al fotógrafo. Requiere algo más: talento, inspiración, creatividad y mucho trabajo. Y, por supuesto, tener la mirada…”.
“Creemos que un fotógrafo debe tener una base analógica, aparte de los estudios digitales”, tercia Clara. “Hoy en día, casi no se toca el mundo analógico; nosotras creemos que es muy importante para poder entender la historia de la fotografía: cómo nació, qué limitaciones había, cómo se determina el color, etc. Al margen de esta parte analógica, un fotógrafo debe tener estudios teóricos y prácticos, y también conocimiento de los programas de post-producción”.
Sí, vale, pero volvamos al tema: la mujer en la fotografía... ¿Un olvido desenfocado?
“Las mujeres eran poco reconocidas, pero el pasado no lo podemos cambiar. Lo importante es poder dar a estas mujeres el lugar que se merecen fotográficamente, y creemos que en la actualidad lo estamos reivindicando”, asienten al unísono. “La fotografía no debe separarse por género, se debe separar persona a persona, fotógrafo a fotógrafo. La magia de la fotografía es que una misma escena puede fotografiarse de mil maneras diversas, y no hay que pensar si quien está detrás de la cámara es hombre o mujer”.
-Una pregunta a contraluz: ¿una imagen vale más que mil palabras, como dice el refrán?
-Las personas pensamos en imágenes antes que en palabras, interpretamos mucho mejor el impacto visual. Y esto hace que ver una imagen nos ayude a entender mucho mejor eso que estábamos leyendo y que, a lo mejor, no acabábamos de entender. Una de las virtudes de la fotografía es la capacidad que tiene de contar historias, sin necesidad de escribir nada. Pero lo importante es que un fotógrafo no caiga nunca en hacer una manipulación de la historia que quiere contar.
-Una pregunta con profundidad de campo: ¿la fotografía digital mató a la estrella de la analógica?
-Se ha perdido el cuidado para hacer la imagen: se abusa de la post-producción. Antes, para hacer una instantánea, el fotógrafo se preocupaba mucho de medir bien la luz, de encuadrar y seleccionar bien la imagen que quería hacer. Y después, en el laboratorio, ya con una foto bien hecha, hacía los mínimos retoques en post-producción. Se abusa del photoshop. Debería utilizarse sólo para hacer retoques mínimos.
No hay manera de doblegar el espíritu emprendedor de estas chicas; a todo le encuentran la parte positiva. Incluso a uno mismo, más analógico que digital, le desarman con su confianza en un futuro a lo ‘matrix’: “La fotografía siempre tendrá poder; poder de comunicar, poder de generar sentimientos en quien mira las imágenes, sea cual sea el soporte empleado…”.