El agua y los niños, vigilancia obligada
Los niños se divierten en las piscinas o las playas, pero hay que tomar precauciones
26 junio, 2018 17:03Ahora que ha llegado el calor y el buen tiempo, muchas familias con niños empiezan a acudir a piscinas, playas, ríos y lagos.
Sin embargo, aunque son fuente de diversión para los más pequeños, hay que saber que el agua también puede resultar peligrosa. El ahogamiento supone la segunda causa de muerte accidental en menores de 19 años en Europa.
En España, según un estudio realizado entre el 2009-2010, ocurrieron 53 ahogamientos no intencionales por inmersión (de los cuales murieron 5 niños), más de la mitad tenían menos de 6 años, la mayoría ocurrió en piscinas privadas y también la gran mayoría de los niños no sabían nadar ni llevaban algún sistema de flotación.
Es por ello que los niños necesitan una supervisión constante tanto si se encuentran dentro como cerca del agua. Los más vulnerables siempre son los niños más pequeños (es importante saber que ellos pueden ahogarse en menos de 2 cm de agua). Sitios tan inesperados como fregaderos, baldes, inodoros, fuentes, piscinitas hinchables, recipientes pequeños o incluso platos donde se colocan las macetas pueden resultar peligrosos sin vigilancia.
ESTRATÉGIAS
El Comité de Seguridad y Prevención de Lesiones No Intencionadas en la Infancia de la Asociación Española de Pediatría publicó una serie de estrategias que han demostrado ser efectivas para la prevención de ahogamientos.
Lo más importante – refieren – es siempre la supervisión o vigilancia de cualquier niño que se encuentre próximo a cualquier entorno acuático, bien sea piscina, bañera, playa, cubos con agua, etc., entendiendo como vigilancia adecuada cuando “la distancia al menor es inferior a la longitud del brazo del cuidador”, es decir, tenerlos al alcance. Bajo ningún concepto se debe dejar al niño solo o al cuidado de otro menor mientras esté en la bañera, piscinas, «spas» o cerca de cualquier boca de riego. Siempre se ha de vaciar cualquier recipiente que contenga agua después de su uso.
La presencia de socorrista es la mejor forma de evitar los accidentes acuáticos que terminan en ahogamiento. Hay que recordar que obviamente un socorrista es incapaz de supervisar a todos los bañistas todo el tiempo. Es por eso que igualmente el adulto responsable del niño no debe dejar de vigilarlo en ningún momento. En caso de niños mayores que sepan nadar, el adulto con experiencia o bien un socorrista debe vigilarlos sin perderlos de vista, y su atención debe estar dirigida en todo momento al niño o niños que se encuentran dentro del agua, evitando situaciones que puedan distraerle como hablar o utilizar el móvil.
Sabemos que es conveniente que los niños aprendan a nadar, pero el saber nadar bien en la piscina no implica que el menor esté a salvo en un entorno acuático natural, por lo que nunca deberá nadar sin la supervisión de un adulto. Hay que recordar a los padres que las clases de natación no son una garantía para prevenir los ahogamientos, sino una estrategia más en el contexto de un abordaje multifacético.
PRECAUCIONES
En cuanto a las piscinas, recomiendan que se debería realizar el cercado completo de las mismas a lo largo de todo su perímetro, el cual debería ser lo suficientemente alto evitando así que los niños puedan treparlo, pero a su vez que el vallado nunca impida la visión de la piscina. Siendo lo más importante la puerta de la valla: que debe ser de cierre automático y fuera del alcance de los niños.
Refieren también que se debe prohibir el lanzamiento de cabeza a la piscina si la profundidad es inferior a 1,20 m. Los padres y niños deben saber que saltar o tirarse de cabeza en el agua puede producir lesiones graves. Se debe conocer la profundidad antes de permitir que los niños salten. En todo caso, se debe recomendar que los niños se tiren al agua con los pies primero.
Además, las piscinas (incluidas las de hidromasaje) deberían tener dispositivos de seguridad que eviten la succión y el atrapamiento del pelo u otra parte del cuerpo (rejillas o cualquier otro mecanismo antiatrapamiento).
Por otra parte, los niños que navegan en cualquier tipo de embarcación de recreo deben usar dispositivos personales de flotación. Los niños no deben llevar flotadores que se puedan deshinchar (como los manguitos) por el riesgo que suponen. Son preferibles los chalecos salvavidas.
Por último, el entrenamiento en maniobras de RCP, tanto de los padres como de los adolescentes y niños mayores, representa también una medida efectiva. La protección cervical adecuada, el tiempo transcurrido desde el ahogamiento y la aplicación precoz de medidas de RCP por personal entrenado resultan cruciales para mejorar el pronóstico en un ahogamiento.
Dra. Karla Narváez, especialista en Pediatría.