En un mismo bloque de edificios que alberga 55 pisos han robado en cinco de ellos en lo que llevamos de verano, así que 'caerá' alguno más antes de que finalice agosto y se hayan acabado las vacaciones.

Hablamos de una zona concreta de Barcelona -en este caso, en el barrio de Can Baró, en el distrito de Horta-Guinardó-, pero podríamos aplicar el cuento a muchos otros barrios de una Barcelona convulsa por diferentes motivos en este estío caliente.

Lo cierto es que, desde hace semanas, la ciudad está viviendo una oleada de robos en pisos, protagonizados en su mayoría por grupos organizados, muy profesionales, procedentes de distintas zonas geográficas del mundo. En concreto, se especula con que un poderoso grupo latino habría aterrizado hace unos meses para hacerse con el territorio.

Ya el pasado mes de mayo, los Mossos d'Esquadra detuvieron a ocho personas de nacionalidad albanesa por robar en pisos de Barcelona y alrededores. En junio, otras 22 personas fueron detenidas -cinco fueron a prisión- por robos en varias comunidades; en julio, cinco falsos revisores de gas fueron detenidos por robar en domicilios, etc.

Quizás el caso que más ampollas levantó a primeros de este agosto se dio en el paseo de Turull, en el barrio de Vallcarca i els Penitents (Gràcia). Con sólo 650 metros de longitud, la calle sufrió tres atracos en menos de 15 días.

"La vigilancia en esta zona es cero, la presencia policial en el barrio es nula”, denunciaron los vecinos. "El consistorio se centra en mejorar unas zonas pero se olvida de otras. En la plaza de las Glòries, por ejemplo, invierten un dineral pero esta zona, que está detrás Park Güell y es invisible, no les importa".

Precisamente es en la zona donde se ubica la otra entrada del turístico parque, especialmente en la plaza de Vista Park, donde se han producido esos cinco robos en domicilios, de los que hablábamos al principio, aprovechando la ausencia de los vecinos por vacaciones.

MUY PROFESIONALES

Las bandas dedicadas al robo en los inmuebles están muy bien organizadas y 'trabajan' profesionalmente. Primero actúa un ojeador, que se pasea por la zona y se fija en la rutina de los vecinos y en las casas que están vacías. Normalmente utiliza marcadores, símbolos sencillos que permite a la banda saber cuándo la casa está vacía, si está bien protegida, si hay perro, si es 'robable' o no... 

Los ladrones tienen códigos para saber si pueden robar / Archivo



Otro modus operandi es más sencillo: colocar un pequeño trozo de plástico (o de cartón) en el margen de la puerta y volver al cabo de unos días. Si el señuelo ha caído al suelo, los inquilinos han regresado en algún momento; si sigue en su lugar, nadie habrá abierto la puerta y, por tanto, llega el momento de actuar.

Cuando saben que los inquilinos se han ido de vacaciones, entran en las casas sin forzar las puertas de entrada y sin hacer ruido. Incluso se dan casos en los que bajan las persianas, se mueven sigilosos y duermen en el mismo piso, mientras van registrándolo minuciosamente.

Buscan dinero y joyas, objetos fáciles de llevar y fáciles de vender. No les interesan los grandes electrodomésticos y, en todo caso, aparatos de telecomunicación que sean pequeños aunque valiosos.

SENSACIÓN DE INSEGURIDAD

"Ahora hay mayor sensación de inseguridad en el barrio”, confirma uno de los vecinos afectados, que ha pedido una reunión urgente de la comunidad. El problema es que la mitad del bloque de edificios afectado se encuentra precisamente de vacaciones, con lo que es difícil tomar una decisión conjunta.

De momento, lo único que se puede hacer es ir a la policía y denunciar el robo, a la espera de que la compañía de seguros perite lo robado y se pueda recuperar algo con la indemnización.

Para los afectados, esa sensación de inseguridad se irá, pero lo que les molesta en estos momenos es lo que consideran "despreocupación" por parte del Ayuntamiento. No hay que olvidar que, sólo en la ciudad de Barcelona, los robos a domicilios llegaron a superar los 5.300 casos en 2017. 

"Nos hemos encontrado de golpe con una realidad que no conocíamos de tan de cerca”, filosofa el vecino. “Pensábamos que sólo le pasaba a los otros... Pero cuando te toca a ti o al vecino de la puerta de al lado, te das cuenta de que nadie está seguro”.

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