Hasta la segunda mitad del siglo XX se pensaba que padecer alguna enfermedad cardiovascular era poco menos que mala suerte. ¡Qué le vamos a hacer! Hasta que en 1948 arrancó el Framinghan Heart Study (Estudio Framinghan del Corazón) y revolucionó todo lo que se sabía hasta entonces sobre sus causas. En síntesis, su principal aportación ha sido demostrar que no era mala suerte, sino que depende en gran parte de nosotros mismos librarnos de la que hoy sigue siendo la primera causa de muerte prematura a nivel mundial.
La investigación estadounidense, que sigue activa en su tercera generación justo cuando cumple este año su 70º aniversario, acuñó la expresión “factor de riesgo” aplicada a las enfermedades cardiovasculares. Estableció en 1957 que eran factores de riesgo la hipertensión y el colesterol alto; el tabaquismo, en 1962; la obesidad y el sedentarismo (1967); la diabetes (1974); los triglicéridos y las lipoproteínas (1977)… Y así hasta hoy. La pregunta es: ¿ha servido de algo?
“La respuesta es sí, por su puesto, ha servido y sirve muchísimo. Gracias a esta y a otras muchas investigaciones epidemiológicas ya sabemos a qué nos enfrentamos y, lo que es más importante aún, sabemos que está en nuestras manos evitar hasta el 80 % de las muertes prematuras a causa de enfermedades cardiovasculares”, afirma con rotundidad el doctor Antoni Bayés de Luna, cardiólogo del hospital Quirónsalud Barcelona y pionero en el impulso a las campañas de prevención. De hecho, fue quien instituyó el Día Mundial del Corazón durante su presidencia de la Federación Mundial del Corazón entre 1997 y 1999.
La mala noticia, añade, “es que pese a las décadas transcurridas desde que conocemos cómo evitar la mayoría de estas enfermedades, buena parte de la población sigue sin darse por enterada y mantiene hábitos de vida que están perfectamente identificados como factores de riesgo. Así que no queda otra que seguir insistiendo en el mensaje de que la prevención no solo evita la muerte prematura, sino también las graves secuelas que provocan las enfermedades cardiovasculares condenándonos a una mala calidad de vida”.
"SENTIDO COMÚN Y CONTROL MÉDICO"
Infarto de miocardio, ictus, tromboembolismo pulmonar, cardiopatía isquémica, arritmias, miocardiopatías… La lista de patologías cardiovasculares es larga y compleja, pero la forma de evitarlas o de reducir el riesgo de padecerla, independientemente de que exista o no con factor genético, es posible si se ponen en marcha las normas preventivas que existen, aunque cueste ponerlas en práctica, y que expondremos a continuación.
En efecto, parece de sentido común comer de forma saludable (mucha verdura y fruta, pocas grasas y alimentos precocinados y menos sal y azúcar) y realizar alguna actividad física moderada de forma regular (caminar, bailar, pasear en bicicleta, practicar deporte…). Estos hábitos, al alcance de cualquiera, reducirían notablemente el riesgo de sufrir una dolencia cardiovascular.
“Solo haciendo esto evitaríamos o reduciríamos el sobrepeso y la obesidad, la hipertensión y el colesterol alto y mantendríamos a raya los índices glucémicos, que son cuatro de los principales factores de riesgo de estas dolencias”, explica el cardiólogo de Quirónsalud Barcelona. “Y, por supuesto, dejar de fumar de inmediato o huir de los lugares donde se fuma para no ser fumador pasivo, y evitar el consumo de alcohol y otras drogas”, recalca.
A todo ello, el doctor Bayés añade la conveniencia de realizarse controles médicos rutinarios de los principales indicadores centinela de una posible dolencia cardiovascular. “Especialmente si ya es portador de alguno de los factores de riesgo señalados, o si hay antecedentes familiares, es muy recomendable consultar con un médico para medir y controlar la tensión arterial, el índice glucémico y el nivel de colesterol, que nos dan pistas claras sobre nuestra salud cardiovascular, y permitirán adoptar las medidas adecuadas, si los resultados no son buenos, para que la prevención pueda ser eficaz”, concluye.