Suma y sigue. Leo Messi, el futbolista que bate récords con la misma facilidad que dribla a sus rivales, marcó su gol número 400 en la Liga tres batir a Riesgo, portero del Eibar, con un remate cruzado muy celebrado en el Camp Nou. Luis Suárez anotó los otros dos tantos en la victoria contra el equipo de Mendilibar (3-0).
En un partido en el que estuvo dormitando durante muchos minutos, Messi despertó tras el descanso. Esperó su oportunidad cuando el Eibar estiró las líneas y el 10 logró conectar con Coutinho y Luis Suárez para embocar la pelota al fondo de la portería de riesgo. Fue un gol demasiado fácil para un futbolista de otra galaxia, posiblemente el mejor jugador de todos los tiempos por su magia y sobre todo por su alto rendimiento durante tantos y tantos años.
Hasta el gol de Messi (minuto 53), curiosamente, el partido tuvo mucha intensidad pero poco brillo. No estaba demasiado cómodo el Barça con la presión alta del Eibar, pero el golpe del astro argentino fue letal. Decisivo. Poco después, Leo falló un mano a mano que no suele perdonar, pero Luis Suárez dio la puntilla en el minuto 59. Y las dudas se disiparon completamente en un Camp Nou que ya sueña con su octava Liga en 11 años. Al final de la primera vuelta suma cinco puntos más que el Atlético, su gran rival.
COUTINHO, UN TIPO TRISTE
Otro protagonista del Barça-Eibar fue Coutinho. Muy apagado esta temporada, tuvo otra oportunidad para reivindicarse. El mediapunta brasileño se movió entre líneas y combinó perfectamente con Luis Suárez en el primer gol barcelonista. Intermitente en el juego, nadie puede cuestionar su clase.
La expresividad de Suárez contrastó con la calma de Coutinho un futbolista con poco nervio y necesitado de nuevos estímulos. El brasileño apenas celebró el gol y su tristeza se agravó en la parte final de la primera parte cuando reclamó como penalti un leve empujón de Peña en el área rival cuando encaraba a Riesgo.
Valverde, pragmático como pocos, tiene un dilema en cada partido para completar su alineación: el carácter explosivo y el desparpajo de Dembélé o la sutileza y la tranquilidad de Coutinho. Con Messi, en cambio, no tiene dudas. El argentino come aparte y tiene licencia para hacer lo que quiera. Le avalan 400 goles en la Liga y sus prodigiosas actuaciones.