Comer de lujo, como en un restaurante de estrella Michelin, pero sin precios desorbitados y en un ambiente más desenfadado. En eso consiste el concepto gastrobar, que navega entre creaciones culinarias de autor a una escala popular. Barcelona les tienen especial cariño si tenemos en cuenta su diversidad y éxito. Aquí va lo mejorcito de la ciudad.
AGUST GASTROBAR
Es uno de estos restaurantes que sirve platos tan bonitos que da pena comérselos. Eso hasta que les hincas el diente y descubres sabores perfectamente armonizados, texturas que encajan como por arte de magia y una delicadeza grácil. Agust fue uno de los primeros gastrobares de la ciudad, nacido para aunar un ambiente gastronómico moderno, inventivo e internacional, y sigue manteniendo su nivel con el paso de los años. ¿Uno de los buques emblemas de su carta? El Cactus: un postre que combina sorbete de higos chumbos, mousse de lima y crumble de chocolate y sésamo.
Agust Gastrobar. C/ Parlament, 54.
GINETTE
De este establecimiento que se autodescribe como “bar à manger” (un bar donde comer) nos enamora absolutamente to-do. Desde su ubicación en el Born, uno de los barrios con más encanto de la ciudad, hasta su nombre tan rabiosamente old school cool, su interiorismo -moderno y romántico-, su carta de vinos y cócteles, y, sobre todo, su delicada ‘cuisine’, una fusión de los recetarios catalán, español y francés. Trabajan los platos con precisión y con productos selectos y de gran calidad. Prueba de ello son, por ejemplo, sus croquetas de pato confitado, sus raviolis de champiñones confitados y su gofre con crema de raifort y cecina de León.
PLATA BISTRÓ
Víctor García lleva las riendas de este pequeño local cuya originalidad radica en que no tiene carta. Los platos se suceden en la pizarra día tras día según lo que se encuentren en el mercado y la creatividad del chef. Algo así como una improvisación a la que García quita hierro asegurando que lo suyo consiste en recetas simples y guisos tradicionales adaptados a un paladar moderno. Sencillo, en suma, pero no tanto. Eso sí, lo clava. En sus dos años de recorrido este ejercicio de improvisación (proeza) cotidiana ha dejado grandes platos como la imperdible tortilla de ostras, el paté casero, el ragú de jabalí, la escalibada y, como no, su exquisita torrija.
Nº30
Un gastrobar en un panorama bien poco usual: en pleno eje turístico de la Barceloneta. Pues bueno, otro motivo más para dejarse caer por la zona. Aquí, rodeados de un decorado industrial, podréis disfrutar de platos mediterráneos con toques asiáticos y sudamericanos a cargo de un vecino de la zona, Albert Bocalandria. Vieira con papada ibérica y demiglace de carne, tataki de atún con mango y pepino encurtido, croquetas rellenas de rabo de toro y aderezadas con salsa kimchi y brownie de chocolate con té matcha y cremoso de chocolate blanco son solo algunos de los ejemplos que os harán empezar a salivar.
OSTAJA
Un respeto extremo a la tradición culinaria de la región italiana de Liguria, pero reinventada con una gran dosis de creatividad y mucha, mucha, elegancia. Así es la cocina de este recién abierto restaurante que quiere centrar su atención en una materia prima excelente de pequeños productores de proximidad. Cómo no, las temporadas rigen la carta y dan lugar a platos maestros como, por ejemplo, el bonito tataki con crema de coliflor, cebollas tiernas y limón confitado; el huevo pochado con panissa, grelos y prescinsêua, el calamar con escaluñas caramelizadas, col de Milán y salsa maltesa, y los raviolis artesanales del plin rellenos de brandacujun con espuma de patatas y ceniza de aceitunas. La carta de vinos se compone de una selección de los mejores caldos de Liguria.
Ostaja. C/ Aribau, 58.
CHALA KHAN
Barcelona es un mapamundi gastronómico. Esta mezcla de culturas culinarias es precisamente lo que inspira la filosofía de Chaka Khan, donde se elaboran recetas de fusión internacional. Lo mejor de aquí y de allá, desde Mozambique a Vietnam, Perú o la India, se cita en el plato, que ha sido tratado en cocina con una pulida técnica. Por eso mismo se autodefine como un gastrobar exótico, en el que encontraremos desde tapas en la planta baja hasta platos más consistentes en el primer piso. Todo ello, en un ambiente pop, dinámico y cosmopolita, diferente y eléctrico.
BISTRO LEVANTE
En este precioso restaurante ubicado en una placita escondida en pleno Ciutat Vella se sirve una alta pero accesible cocina libano-española, sea para brunchear, comer o cenar. Los platos del bistrot informal pero refinadísimo son una oda al producto más puro, con creaciones como el pulpo con menta, olivas y naranja; la tostada de uvas y tomates asados, tahini y albahaca, o el shakshuka picante con huevo al horno y yogur. Lo mejor de ambas cocinas se mezcla y se sirve con la compañía de una interesante selección de vinos naturales o cervezas artesanas.
Bistro Levante. Placita de Manuel Ribé, 1.
MEDIAMANGA
En año y medio de vida, este gastrobar de reminiscencias modernistas y art déco ya ha logrado lo que parece imposible: copar un puesto en la prestigiosa Guía Michelin 2019. Este ‘must see’ de la capital catalana destaca por ofrecer producto de calidad y temporada tratado con informalidad y creatividad en una carta cambiante que sorprende con novedades frecuentes. Por ejemplo, carpaccio de amanita caesaria; canelón de pollo, setas y parmesano; costilla de cerdo pibil; tartar de atún con berenjena; revoltillo de chipirones y rebozuelos; huevos con espardeñas; ensalada de tomate con ventresca; ajoblanco con anguila ahumada; salmonete con humus, ajo negro y crudités... son algunas de las especialidades más recientes. Todas ellas son propuestas pensadas para compartir, para vivir la gastronomía en mesas altas y bajas desde las que se ve esa cocina que no para.