Los cócteles tienen su peligro, para qué vamos a negarlo. Sobre todo si están ricos-ricos, como diría Arguiñano. Pruebas uno, te animas y vas a por el segundo y cuando te has dado cuenta te has acabado el tercero. Como aquí te vamos a recomendar unas coctelerías ricas-ricas, hemos pensado que lo mejor es que sirvan algo de calidad para llenar el buche y ‘digieras’ mejor los combinados. Y que ese algo sea bueno. Porque quien bebe bien, también come bien. Ahí van cinco establecimientos que miman tragos y bocados.

BOBBY GIN

En Bobby Gin puedes flipar con sus gin&tonics (la fama que les precede es realmente merecida, sobre todo los Ginfonks, evolución que proponen del cóctel clásico) y el resto de su carta de combinados, de lo más currados. Pero también se trabajan los platillos. De manera que, además de sus más de 150 ginebras a elegir para que construyan tu gin&tonic, podrás tomar un humus de remolacha, pero con cítricos, cilantro y acompañada con bastones de zanahoria y apio. Y unas bravas, por supuesto, pero con sofrito picante casero aromatizado con miel y limón y un suave allioli en el interior de la patata. Y un ¡cracker’ de salmón y guacamole, claro, pero con el pescado marinado al gin&tonic. Y unos tacos de pez espada, también, pero marinado y acompañado de col lombarda, pico de gallo, aceite verde picante y mayonesa de cilantro. Excelente.

Langostinos vietnamitas de Bobby Gin / Pau Esculies



Bobby Gin. Calle de Francisco Giner, 47.

 

BELVEDERE

Qué bonito es Belvedere. Sobre todo por la sensación auténtica, real, nada impostada, de que aquello es una casa. Y en realidad lo es, porque hace un siglo fue una vivienda que desde hace cuatro décadas se convirtió en lo que es aún hoy en día: una coctelería clásica con una terraza de aires británicos en pleno corazón del Eixample. Tanto en la sala como en el exterior que da al pasaje de Mercader, igual puedes tomar un cóctel de los de toda la vida (aquí las locuras se las dejan a otros) como jalar platos de cocina de mercado clásica. A saber: liebre con lentejas, garbanzos con gambas, estofado de rabo de buey, 'fideuà' de bogavante, perdiz al estilo de Alcántara, 'tartar' de salmón, merluza a la donostiarra… Ah, la cocina es ininterrumpida todos los días del año. Como si estuvieras en tu casa.

Belvedere



Belvedere. Pasaje de Mercader, 3.

 

MILANO COCKTAIL BAR 

El rollo vintage alcanza aquí un nivel top. La verdad es que aquello parece salido de otra época, acaso de los años 40 del siglo pasado, y eso tiene un encanto irresistible. Será por los cócteles “de película” -así los definen ellos-, por los asientos de terciopelo, por el jazz en directo que suena cada día del año a partir de las 20.30 horas o por la música que pincha un disc jockey después de las actuaciones hasta la hora del cierre, a las tres de la mañana. Otro de sus atractivos, te transporte a los años 40 o a cualquier otra década, es su carta de platos que puedes jalar a cualquier hora del día (abren a las 12.00). Del steak tartar, por ejemplo, todo el mundo habla maravillas y es más clásico que un negroni. Pero también hay infinidad de tapas (desde la ensaladilla rusa hasta un surtido tex-mex), bocadillos, tostas variadas e incluso varios menús inspirados en la música, como el Jazz, el Soul y el Mo Better Blues.

Milano Cocktail Bar. Ronda de la Universitat, 35.



 

AZIMUTH

Para tomar una copa en el Almanac Barcelona, uno de los más modernos y desconocidos del entorno del paseo de Gràcia (está a una manzana, 100 metros, de la señorial avenida), puedes quedarte en la planta baja y acercarte a su barra, o puedes subir hasta la azotea y plantarte en Azimuth, donde disfrutarás de unas vistas morrocotudas. Allí sirven cócteles con un puntito de creatividad que puedes acompañar de unos platillos que se elabora la cocina del hotel, cuyo buque insignia es el estupendo restaurante Almanac. En las alturas podrás probar latas La Cala by Albert Adrià, jamón ibérico, ensalada César, sandwiches, hamburguesas… ¿Que hace mal tiempo en esa terraza tan chic y acogedora? No hay problema: cuenta con una sala está acristalada, de manera que no te pierdes las vistas.

Azimuth



Azimuth. Gran Via de les Corts Catalanes 619-621.

 

TORRE ROSA

Si el ricachón que se hizo construir esta mansión, llamada Villa Jazmines, hubiera montado la coctelería que hay ahora, no se habría ido nunca de allí. Porque, además de bonita y confortable, ¿qué más podría pedirle a la vida si allí tendría para beber y comer de lo bueno y lo mejor? Pero se fue, y aquel edificio pasó a hacer las veces de residencia, parvulario, escuela… Y, desde 1987, se convirtió en Torre Rosa, uno de los bares con más encanto de la ciudad que no descuida los bocados, que tan bien acompañan sus cócteles clásicos y de autor. De hecho, tiene hasta una carta para vermuts sabatinos, dominicales y festivos, de 12.00 a 16.00 horas. De ella podrás probar: berberechos al natural, langostinos cocidos, minidados de salmón y queso, pinchos, boquerones, anchoas del Cantábrico, almejas, navajas al natural, mejillones en escabeche, ventresca de atún en aceite de oliva, paletilla de jamón ibérico de bellota, tabla de embutido ibérico, queso curado de oveja, banderillas picantes…

Torre Rosa. Calle de Francesc Tàrrega, 22.



Noticias relacionadas