Juliana González: “Mucha gente se mueve, pero poca viaja”
La periodista rinde homenaje a los aventureros en su primer libro, ‘La invención del viaje’
6 junio, 2019 00:01El viaje como mecanismo para la comprensión, como forma de alteridad. “No existen fronteras para el hombre”, escribía Peter Matthiessen. Movida por la admiración y la emoción, la periodista colombiana Juliana González-Rivera se ha embarcado en una nueva aventura: parir su primer libro. Tras diez años estudiando el viaje y consciente de que “es infinito”, un día dejó de leer tanto y se puso a escribir. El resultado –después de un año tecleando, borrando, reescribiendo, buscando la palabra exacta– lleva por nombre La invención del viaje (Alianza Editorial, 2019). Y es una suerte de homenaje a los que cuentan el mundo: los viajeros. Desde Don Quijote a Manu Leguineche. Pasando por Nietzsche, Da Vinci, Cees Nooteboom o Martín Caparrós.
¿Qué es exactamente viajar y de dónde surge la necesidad de movernos? ¿Cómo se han contado los viajes a lo largo del tiempo? ¿En qué se diferencia un viajero de un turista?, se pregunta en el libro. “Ser viajero es un modo de estar en el mundo… en permanente tránsito”, explica González-Rivera, que actualmente es profesora en Medellín, después de haber vivido en Madrid, Barcelona, Bogotá y Estocolmo.
EL VIAJE... TE DESCOLOCA
“El viaje es una sensación, no una acción. Te descoloca, te pone contra la pared”, esclarece con entusiasmo. Seguidora de Stendhal y Antoine de Saint-Exupéry, la escritora traza un viaje dentro del viaje. Con un exhaustivo trabajo detrás, y a través de inspiradoras citas e historias, invita al lector a comprender la aventura desde una nueva (y documentada) óptica.
Su visión es clara. “Hoy mucha gente se mueve, pero poca viaja”, afirma con contundencia. Sin caer en la típica dicotomía, González-Rivera considera que en la era de las escapadas low-cost, donde el viaje se ha democratizado más que en cualquier otro tiempo, hay que saber diferenciar. “El viajero no necesita compartir sus experiencias en las redes sociales, las sensaciones son privadas, íntimas”, valora. “El turista no dialoga”, sentencia. Solo aparenta.
EL VIAJERO INMÓVIL
En este contexto brota el “viajero inmóvil”, un (interesante) concepto que acuñó Marc Augé y recupera González-Rivera en el libro. Esta persona, antes de viajar, ha visto todo lo que va a visitar de tal forma que la realidad tiene que parecerse luego a esas imágenes para no desilusionarse. “Se limita a cumplir con una checklist”, dice González simulando que tacha algo en el aire. “No se mueve ni con la mente ni con la imaginación”, añade.
El libro, más allá de la concepción del viaje, también ahonda en la historia de los viajes, con todas las dificultades que supone: desde las crónicas en el mundo clásico a los viajes recientes pasando por las experiencias medievales de peregrinos, mercaderes y embajadores o "descubrir América por haber leído a Marco Polo".
Para la escritora, todo viaje implica una despedida, un tránsito y un retorno. Sin embargo, admite que "cuando se produce el retorno, ya no eres el mismo, y a veces, como le pasa a Ulises, se produce ese retorno para volver a viajar inmediatamente". Fiel al término griego “nostos”, opina que no hay regreso para los viajeros: “muere en la ruta”. Aunque, ante todo, hay que tener en cuenta que –como decía Pedro Sorela– "viaja solo quien sabe irse".