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2019 ha sido un gran año para la lucha contra el VIH. Se han conseguido grandes hitos. En abril, el caso del llamado “paciente de Londres” confirmó que el virus se puede eliminar por completo del cuerpo de una persona. En julio, la OMS actualizó las guías de tratamiento para todo el mundo. Y, en noviembre, entró en vigor en el sistema sanitario español la administración de un método de prevención con una eficacia superior al 90 %. Hablamos con la doctora María Salgado, investigadora en el grupo de Retrovirología y Estudios Clínicos (GREC) de IrsiCaixa, centro que ha tenido un papel clave en todos estos hitos.
¿Cuál es el estado actual del sida a escala global?
Hoy en día hay 38 millones de personas viviendo con la infección en el mundo. En el último año, se han detectado aproximadamente más de 2 millones de infecciones por VIH. Y en nuestro país, durante el último año se han llegado a diagnosticar 9 casos al día. Esta cifra es aún muy alta, y además está ocurriendo en personas muy jóvenes.
¿Cuáles son las poblaciones más afectadas?
Varían mucho dependiendo del lugar. En África subsahariana, por ejemplo, la infección es más frecuente en mujeres, aproximadamente un 60 %. En España, es mucho más frecuente en hombres, aproximadamente un 90 %. Aquí se ve una mayor asociación con hombres que tienen sexo con hombres.
¿Cómo ha cambiado la realidad de los pacientes con VIH en los últimos años?
Ha cambiado de forma radical. Hace poco más de dos décadas, las personas que se infectaban tenían poca esperanza de vida, la mortalidad era muy alta. A partir del año 1996, se inició la llamada “terapia de alta intensidad” y empezó a disminuir el número de muertes, hasta el punto de que hoy en día las personas con VIH pueden hacer vida normal y su esperanza de vida es muy similar a la de una persona que no tiene el virus.
Háblanos del “paciente de Berlín”, la primera persona curada de VIH. ¿Qué supuso para la comunidad investigadora?
Fue muy importante porque fue la prueba de concepto de que el VIH se podía curar. Era una persona VIH positiva a la que le detectaron un linfoma. Debido a esta enfermedad, le hicieron un trasplante de células madre en 2007. La particularidad fue que se buscó un donante cuyas células tuvieran una resistencia natural al VIH, con lo cual, después del trasplante, el paciente también tendría todas las células de su cuerpo resistentes al VIH. Hoy, 12 años después, el paciente sigue sin tratamiento antirretroviral y no se ha vuelto a detectar virus en su sangre. A partir de este caso, surgieron un gran número de investigaciones en todo el mundo para poder llevar a cabo la erradicación de la enfermedad.
Y este año llegó la noticia del “paciente de Londres”, vinculado a su grupo de investigación en IrsiCaixa…
El caso es similar. A ambos pacientes se les hizo un trasplante de un donante que tenía una mutación en el gen CCR5. Este gen genera una proteína que está en nuestras células y que el virus utiliza como puerta de entrada para infectar la célula. Cuando existe esta mutación, las células no tienen esta proteína y el virus no puede entrar. En el caso del paciente de Londres, en mucho menos tiempo, poco más de un año y medio, hemos visto que, tras el trasplante, al interrumpir el tratamiento antirretroviral, el virus no ha vuelto a aparecer.
Han pasado 12 años entre un caso y otro. ¿Por qué tanto tiempo?
Esto es debido a lo complicado que es encontrar este tipo de donantes y también al alto riesgo para el paciente que conlleva realizar un trasplante de células madre. De hecho, esta intervención solo se realiza para tratar una enfermedad hematológica, y solo en los casos en que no existe una alternativa terapéutica. Por esta razón, el trasplante no es aplicable a la gran mayoría de personas que tienen el VIH.
¿Cómo ves la investigación de cara al futuro?
Los tratamientos antirretrovirales hacen que tengamos una infección crónica, pero que no se llegue a tener una enfermedad. Evitan que el virus se multiplique activamente y se transmita a otras personas. Pero no curan la infección, porque el virus es capaz de integrar su ADN en el nuestro. Permanece dormido, latente y, cuando el tratamiento antirretroviral se interrumpe, vuelve a multiplicarse y volvemos a detectarlo en sangre. Nuestra investigación busca eliminar el virus escondido en nuestro organismo para que finalmente podamos llegar a curar y erradicar la infección. Debido a que el trasplante de células madre no es viable para la mayoría de personas VIH positivas, nuestro objetivo es buscar otro tipo de terapias que, usando todo lo que hemos aprendido con los trasplantes, puedan llegar también a la curación del VIH pero de una forma escalable a la mayoría de los pacientes. También se trabaja en vacunas preventivas, terapéuticas, en terapia génica… hay muchos frentes activos.
¿Otro camino es la prevención?
Por supuesto. Desde noviembre ya se está administrando en España el tratamiento antirretroviral para prevenir el VIH, la llamada terapia preexposición (o PrEP). Esta terapia se da a personas que son VIH negativas, pero que tienen riesgo de infección por diferentes razones. Se ha demostrado que es muy útil en muchas ocasiones para poder prevenir nuevas infecciones, y es una gran suerte que por fin se haya aprobado su uso en España. Paralelamente, se está luchando para alcanzar uno de los grandes retos a escala mundial para poner fin a la epidemia de sida, el denominado “90-90-90”. La meta es conseguir en 2020 diagnosticar al 90 % de las personas infectadas, que el 90 % diagnosticado reciba un tratamiento continuado y que un 90 % de ese tratamiento sea efectivo y llegue a suprimir el virus. Si lo consiguiéramos, sabemos que se llegarían a disminuir en gran número los nuevos casos.