Alma es otra forma de mirar la realidad social, desde el optimismo y la diversidad. Una ventana abierta a las iniciativas de ”la Caixa” y a los infinitos proyectos sociales que nos rodean.
«No podemos solucionar todos los problemas sociales del mundo, pero sí podemos no dejar de intentarlo».
Para Leila Hadj Abdou, Barcelona es una de las ciudades más bonitas del mundo. No solo por su belleza física, sino también por la manera que tiene de interpretar el crisol de culturas que habita sus barrios. En un mundo de ciudades globales, la reconocida científica social y política del Migration Policy Center defiende la gama de grises ante el blanco y negro, la interseccionalidad ante los extremismos y el diálogo ante la política de ganadores y perdedores propia del trumpismo.
Lo ha hecho en la conferencia Igualdad, equidad y no discriminación, dentro del ciclo de charlas Por un futuro intercultural, organizado por el Palau Macaya de ”la Caixa”, la Fundación Catalunya Europa y el Club de Roma.
Hablemos un poco sobre ti. ¿Qué te llevó a interesarte por los fenómenos migratorios y las políticas de gestión de la interculturalidad?
Por una parte, porque pertenezco a una familia de personas migrantes y, por otra, porque me encantan las ciudades. Creo que es lo más hermoso del mundo: las ciudades están llenas de gente interactuando y compartiendo. Es un lugar donde los humanos se encuentran. Creo que tenemos mucho por aprender de esas relaciones que se producen cada día. Eso me movió a investigarlas y a querer entender cómo configuran los gobiernos locales el tema de la integración.
¿Qué es para ti la diversidad?
Es un concepto muy complejo. No solo consiste en tener diferentes orígenes étnicos. Todos tenemos roles distintos en diferentes contextos. A veces eso nos trae ventajas; otras, inconvenientes. Así, todos tenemos privilegios, pero también desventajas. No es binario, no es cuestión de pensar que algunos son privilegiados y otros no. Creo que la diversidad tiene que ver con todo eso, con todo lo que nos hace humanos. Esas diferencias también pueden unirnos porque en algún momento todos nos hemos encontrado en una situación de desventaja.
¿Cómo podemos reforzar nuestras diferencias individuales y nuestra identidad sin que se conviertan en desigualdades?
En mi opinión, creo que deberíamos fijarnos más en nuestras similitudes como seres humanos y no tanto en nuestras diferencias. De lo contrario, nos posicionamos el uno en contra del otro.
¿En qué se basan los modelos tradicionales de integración? ¿Crees que han quedado obsoletos?
Existen varios modelos de integración diferentes, representados por países como Francia o Gran Bretaña. Sin embargo, lo que hemos visto es que los estados no son actores unitarios, sino que contienen ciudades diferentes e intereses distintos. En realidad, nunca ha habido un modelo nacional unitario de integración. Creo que lo que ha cambiado es que las ciudades se han convertido en jugadores clave. Hoy en día, son más relevantes que los propios países, porque ahora son ciudades globales que compiten entre ellas. Por eso, ahora ellas toman la iniciativa en la integración de los recién llegados.
Para ti, ¿cuál es el modelo óptimo de integración?
Para mí, aquel que no habla de inmigrantes sino el que tiene en cuenta la interseccionalidad. El que habla de similitudes y puntos en común como algo habitual. Muchas veces no es algo relacionado con tener o no derechos, sino que se trata de saber comunicarnos los unos con los otros, en lugar de vivir en sociedades polarizadas. Además, sería un modelo muy democrático, respetuoso, que escuche a todos y que se tome las preocupaciones de cada ciudadano en serio. Donde el mercado laboral tenga la capacidad para brindar oportunidades para todos, independientemente de si son o no inmigrantes.
¿Las personas migrantes, aunque sean legales y estén formadas, tienen las mismas oportunidades en España que una persona de aquí?
Depende. Creo que no podemos pensar de manera binaria, nativos versus migrantes. Algunos, especialmente los profesionales cualificados en tecnologías de la información, tal vez tengan más oportunidades que una persona de aquí que viva en un barrio deprimido. Hay que mirar más de cerca.
¿Crees que aplicar políticas intercomunitarias e interculturales, como el Proyecto ICI impulsado por ”la Caixa”, puede servir para mejorar la convivencia en zonas de nuestro entorno con alta diversidad cultural?
Aunque no soy una experta en España, por lo que he ido siguiendo, he de decir que es un modelo a seguir, especialmente la ciudad de Barcelona. Creo que está liderando el camino y es realmente admirable. En cuanto al tipo de proyectos que mencionas, enfocados en localidades o barrios, creo que son también muy positivos, porque permiten estar más cerca de la gente y, por lo tanto, la confianza es mayor. También creo que la creación de comunidades en los barrios es muy importante.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos para, de alguna manera, aliviar la crisis migratoria que se está viviendo en Europa?
¿Por qué siempre vinculamos la idea de crisis con la migración? Creo que tenemos que mirar mucho más allá. Podemos fijar nuestro interés en términos, por ejemplo, de desigualdades o en cómo regulamos la migración. Creo que debe haber un equilibrio: por un lado controlar la migración, y por el otro proporcionar oportunidades, pero no solo oportunidades para inmigrantes, sino para todos los miembros de la sociedad.