La pandemia de coronavirus que asola el mundo está dejando miles de historias personales. Muchas de estas historias giran entorno a las residencias de mayores, uno de los principales focos del contagio. La epidemia también es la historia de Carmen Guerrero y su lucha para sacar a su madre, de 78 años, de la residencia de Sabadell en la que vive desde el agosto pasado, y llevarla a un hospital.
Guerrero, vecina de Badia del Vallès, explica a Metrópoli Abierta su caso: “Hace unos días mi madre tenía 38,5 ºC de fiebre. Llamé a la ambulancia, pero cuando llegó a la residencia, le dijeron que no se la podían llevar. Me quiero llevar a mi madre del centro pero no me dejan”, cuenta preocupada.
CAÍDA
Hace unos 10 días, la mujer se cayó y se dio un fuerte golpe en la cara. Tampoco la llevaron al hospital, denuncia su hija. Desde el centro geriátrico Santa Rita de Sabadell le responden que los residentes no pueden salir de la residencia. Tres ancianos han fallecido a causa del Covid-19, según asegura Guerrero. Su madre, que padece alzheimer, se encuentra aislada, como muchos de sus compañeros de residencia. En el centro, los contagios ascienden a 19 personas.
El historial médico de la mujer, vecina del Raval, se encuentra en el Hospital del Mar. Su hija insiste en que la lleven allí, pero sus intentos, de momento, son en vano. El centro barcelonés le comunicó que debía llevarla al centro en caso de que tuviera fiebre, pero de nuevo, se encuentra con un muro. La residencia asegura que no puede salir, que son instrucciones sanitarias del Gobierno.
AISLADOS
Más de dos semanas de confinamiento después siguen sin hacerse las pruebas de Covid-19 en algunas residencias como es el caso de este centro de Sabadell. Sus trabajadores aíslan a ciegas a los pacientes que tienen síntomas sin saber si están infectados. “¿Si doy de baja a mi madre de la residencia me la podría llevar?”, pregunta Guerrero, desesperada.
Desde el centro le insisten que la situación nada tiene que ver con la plaza del geriátrico, que la alerta sanitaria lo impide. Si consiguen hacer el test a su madre y diera negativo, Guerrero aun necesitaría un permiso especial para poder sacar a su madre del centro.
Hace unas semanas la mujer hablaba y paseaba por la Rambla de Sabadell junto a su hija y nieta. Ahora, se consume poco a poco en la residencia, sin que pueda recibir visitas de sus seres más queridos. Guerrero se encuentra entre la espada y la pared, sin poder acercarse al centro y ver a su madre. Este es quizá uno de los aspectos más injustos de esta epidemia. No poder hablar cara a cara con tu madre, padre, o familiar, tocarlo, abrazarlo.