Un cliente del bar Can Juli de Granollers ha pagado a los propietarios del bar todas las cervezas que no pudo tomarse en el establecimiento por culpa del aislamiento, como una ayuda al bar "porque lo que ha ocurrido ha sido muy fuerte".
Los propietarios, los hermanos Juli y Pili, han explicado que a su establecimiento, situado frente a un ambulatorio y muy cerca del Palau Olímpic que alberga los partidos del equipo de balonmano, "suele venir gente que trabaja por aquí: el de la tienda de aluminio, la de la peluquería... Mi hermano es el cocinero y a mediodía tenemos un menú de 9,80 con platos caseros: lentejas, garbanzos... y, los jueves, paella", han explicado en la Cadena SER.
"TENEMOS UNA CLIENTELA FIEL"
Pili ha confesado que la reclusión ha sido "dura", presume de tener una clientela fiel: "Con la segunda cerveza ya les pregunto el nombre. Me gusta tratar a la gente de tú a tú", y agradece que el propietario del local les haya rebajado este mes un 50% el alquiler.
Cuando Granollers, que pertenece a la región sanitaria Metropolitana Norte, entró en fase 1, decidieron reabrir las tres mesas que tienen de terraza y afirman que sintieron de inmediato el apoyo de sus parroquianos.
Pero destacan la reacción de uno de ellos: "Se acercó al bar con un papel y dijo: 'Juli, tengo que hablar contigo'. Y claro, mi hermano pensó que le habría pasado algo... Pero no. Le enseñó sus cálculos", explica la camarera catalana.
"NOS PREPARÓ UN SOBRE CON 100 EUROS"
"Como había dejado de venir 36 veces y siempre se gastaba 2,50, ¡pues 90 euros! Al principio mi hermano no quería cogerlo, pero él insistió mucho. Le dijo que lo que había pasado era muy fuerte y que, aunque no se hubiera tomado esas cañas, quería ayudar. En el sobre, de hecho, había 100 euros, no 90", relata.
Este cliente solidario, según Pili ni siquiera era un asiduo de todos los días porque "solía venir 2 o 3 veces a la semana a tomarse una caña y leer el periódico, pero yo sé que le gustan las tapas y alguna vez le ponía una, a veces dos. Luego le decía que era 1,30, pero él respondía que no podía ser y nos dejaba 2,50. ¡Es muy agradecido!", explica.
"Y cada mañana, gracias a cosas así, te entran ganas de ir trabajar", ha concluido la mujer.