De corto recorrido, 129 metros, y de escasa anchura, apenas tres metros, tiene su entrada por la plaza del Pi y su salida en la calle de Portaferrissa. Las primeras referencias a la calle Petritxol datan de 1292 cuando no era más que un camino sin salida, realidad que varió en el 1465 cuando se derruyó una casa que impedía su conexión con Portaferrissa. Existen varias hipótesis sobre el origen del nombre Petritxol. Una dice que así se llamaba la familia propietaria de los terrenos que posibilitaron que la vía se abriese, otra alude a unas piedras que se pusieron en la entrada de la calle para impedir el paso de los carruajes.
Recorrer la calle es sumergirse en una amplia oferta de repostería que desde el siglo XVII acompaña a quienes transitan por ella. Es así como nos topamos con establecimientos como La Pallaresa, abierta en 1947, o La Dulcinea, que desde 1803 ha servido sus productos a clientes como Salvador Dalí o Ángel Guimerà, quien vivió y murió en la finca número 4.
Ese vínculo con el mundo de la cultura hace que sea ineludible mencionar a la Galería Parés, espacio en el que Picasso expuso por primera vez su obra como pintor, como también es preciso nombrar a la Casa Comella, situada en el número 11, no por su producción cultural, sino porque en ella hubo una fábrica de pañuelos en la que trabajó la soprano Montserrat Caballé.
Por otro lado, Petritxol es desde 1959 la primera vía de Barcelona dedicada enteramente a los viandantes, pero también en fundar una asociación de vecinos, cosa que ocurrió en 1947, con el propósito de recuperar las Fiestas de la Mercè.