En pleno barrio de la Ribera, referente económico de la Barcelona entre los siglos XIII y XV, y allá donde finalizan las calles de Assaonadors y dels Carders, nos topamos con la placeta d’En Marcús. Dicho lugar toma su nombre de Bernat Marcús, un rico prohombre de la Ciudad Condal del siglo XII al que se distinguió con el nombre de una plaza por haber donado fondos para diversas obras de beneficencia, entre otras, la construcción de una capilla y un hospital para pobres y peregrinos. La capilla, a diferencia del hospital, se encuentra en pie y en la misma placeta, de quien también toma su nombre, siendo una de las más antiguas de la ciudad y uno de los escasos vestigios de arquitectura románica que restan en ella.
Unido a lo anterior, la capilla ha sido y es fuente de historia. Su espacio se encuentra vinculado al de la primera organización postal de Europa, la Cofradía de los Correos a caballo y a pie, cuando era habitual que los servicios recibiesen la bendición en capilla antes de iniciar su travesía, una práctica documentada ya en 1166.
Cabe señalar que la misma ha sufrido como cualquier otro edificio los envites revolucionarios de la historia. En 1714 sirvió como depósito de munición, en la Semana Trágica fue incendiada y su archivo desapareció por el fuego y en la Guerra Civil fue desvalijada. Sucesos, que, a buen seguro, habrían conmovido a Bernat Marcús, persona de negocios, al que también se le debe la construcción del cementerio en el Fossar de les Moreres, pues fue él quien cedió los terrenos para llevarlo a cabo.