A medio camino entre las céntricas plazas de Cataluña y Urquinaona transcurre una vía corta y muy concurrida: la calle de Fontanella. Desde que se trazó como calle en 1865, con el derrumbe de la muralla medieval y en el marco del proyecto del ensanche de la ciudad, ha llevado ininterrumpidamente el nombre del olotense Joan Pere Fontanella, conseller en cap de la Generalitat y conocido por haber proclamado la breve República Catalana, la cual fue declarada el 16 de enero de 1641 y disuelta el 23 del mismo mes y año, así como también por haber impulsado la unión con Francia en ese mismo contexto de la Guerra dels Segadors. Murió en 1649 en medio del deshonor de haber sido señalado como traidor por el Consell de Cent por abandonar Barcelona ante el miedo de un sitio por las tropas del rey Felipe V.

Gente caminando por la calle de Fontanella / PABLO MIRANZO



En esta calle sucedieron los conflictivos y polémicos Hechos de Mayo de 1937. Durante esos días se enfrentaron las fuerzas del orden de la Generalitat y de la CNT por el control del edificio de Telefónica, que era el centro de comunicaciones de la ciudad y estaba administrado por los anarquistas. El motivo que alegó el Govern de Companys es que la CNT impedía las comunicaciones y el trabajo de la Generalitat. El resultado de los combates fue un mayor poder para el gobierno nacionalista en detrimento del de la CNT.

El edificio de Telefónica, donde tuvieron lugar los enfrentamientos entre la CNT y fuerzas de la Generalitat en 1936 / PABLO MIRANZO



En uno de los extremos se sitúa la plaza Urquinaona que debe su denominación al que fuese obispo de Barcelona entre 1878 y 1883, José María Urquinaona. Este gaditano consiguió que el Papa León XIII coronase a la Virgen de Montserrat como patrona de Cataluña.

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