La calle de Santa de Anna tiene sus orígenes en un camino que conectaba con la calzada más larga de Hispania que era la Vía Augusta. En 1141 se estableció un convento con el nombre de Santa Anna con la autorización del rey Alfonso II de Aragón y del Patriarca de Jerusalén y la dirección de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén. Durante la época medieval el convento fue uno de los estandartes de los cruzados en Barcelona, en 1592 se transformó en una colegiata secular y desde 1835 en una de las muchas parroquias de la ciudad. Del antiguo monasterio se mantienen la iglesia de estilo románico, la cual fue declarada monumento nacional en 1881, el claustro gótico y la sala capitular. Con anterioridad la calle recibió la denominación de carrer Major.

Iglesia románica de la calle Santa Anna / PABLO MIRANZO



Iglesia románica de la calle Santa Anna / PABLO MIRANZO

En la Iglesia de Santa Anna se conserva el sepulcro, tallado en piedra, del Almirante Miquel de Boera, que colaboró con las campañas de conquista del Norte de África que impulsó Fernando el Católico entre 1510 y 1511. El desaparecido convento fue testigo de decisivos episodios. En 1453, se reunieron las Cortes en presencia de la reina María de Castilla, esposa de Alfonso V el Magnánimo. La convocatoria en este convento se repitió en 1493 con los Reyes Católicos. En 1936, con ocasión del inicio de la Guerra Civil, la iglesia fue incendiada y su cúpula totalmente destruida quedando solo en pie su estructura medieval. Con el final de la contienda fue reconstruida y abierta de nuevo al culto en junio de 1940.

Cúpula de la iglesia románica de la calle Santa Anna / PABLO MIRANZO



En la actualidad, la calle es una vía de paso entre la Rambla y la avenida del Portal de l’Àngel, con una importante actividad comercial y trasiego turístico.

La calle Santa Anna tiene su origen en la Vía Augusta / PABLO MIRANZO



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