En el número 5 de la calle Berlinès, en Sant Gervasi, junto a la ronda General Mitre, un capricho de amor avivado por el gusto de la época dio lugar, en 1875, a un trocito de Granada: el edificio Alhambra. El maestro de obras Domènec Balet es el autor de esta curiosidad arquitectónica que oculta en su interior una auténtica joya.

En el exterior solo muestra discretamente su estilo neoárabe en los dinteles de las ventanas, con arcos de herradura y estucos trabajados. En la entrada principal y en la tribuna es más acentuado, aunque nada hace sospechar lo que se oculta tras la puerta para aquellos que logran colarse en su interior (el edificio es privado): una escalinata señorial rodeada de estucos blancos afiligranados y mosaicos multicolores conduce al patio, rodeado de arcadas y exóticos capiteles, que reproduce a escala... ¡el Patio de los Leones de la Alhambra granadina!

LA LEYENDA URBANA

Fue uno de los primeros edificios que se construyeron durante la urbanización de los terrenos de Josep Castelló Galvany, en 1875. Según cuenta la leyenda urbana, un ciudadano de Berlín –de ahí el nombre de la calle– compró la parcela de 600 metros cuadrados sobre la que decidió construir el inmueble, a semejanza del monumento árabe, para que su esposa, que era granadina, no tuviera añoranza de su tierra.

Otra versión sostiene que fue Castelló Galvany quien quiso hacer un regalo a su mujer para resarcir la nostalgia que sentía lejos de Granada, su ciudad. Y una tercera versión recuerda que el doctor Otto Streitberger tenía una consulta de electroterapia en el edificio y que se instaló allí con su mujer, Rosario Pequeño, andaluza, aunque eso no fue hasta 45 años después de la construcción.

En cualquier caso, el inmueble se levantó en 1875 y fue remontado en 1920. Y lo que sí es cierto es que coincidió con un momento en que la incipiente burguesía, con aspiraciones y muchas ganas de demostrar su poder económico, se hacía construir casas de ensueño, cuanto más originales y ostentosas mejor, dando rienda suelta a los nuevos estilos arquitectónicos bajo el paraguas de la corriente historicista. Sea como sea, bienvenidos los caprichos que dejan pequeños tesoros como este.

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