Si existe una avenida en la ciudad de Barcelona que destaque por su oferta artística y comercial es sin duda el paseo de Gràcia. Sus 1,6 kilómetros están marcados por una acentuada elegancia que comienzan en la plaza de Catalunya y llega hasta los Jardinets de Salvador Espriu. De lo selecto que resulta el lugar dice mucho que firmas comerciales como Gucci, Swarovski o Channel se aposenten en una calle que fue elevada en 2019 a la categoría de ofrecer el alquiler más caro por metro cuadrado de toda España.

Gente camina por el paseo de Gràcia / PABLO MIRANZO (MA)



El origen del paseo se remonta a 1821, cuando el Ayuntamiento de Barcelona quiso mejorar las comunicaciones con la entonces independiente Villa de Gràcia. No obstante, la propagación de la epidemia de fiebre amarilla por la capital catalana frenó su inauguración hasta 1827.

Gente camina  por paseo de Gràcia / PABLO MIRANZO



Decir paseo de Gràcia es sinónimo de estilo modernista al contemplar, por ejemplo, una serie de edificios que se concentran mayoritariamente en la llamada manzana de la discordia en la que distintos arquitectos como Domènech i Montaner, Puig i Cadafalch o Gaudi rivalizaron con edificaciones como la Casa Lleó Morera, la Casa Atmeller o la Casa Batlló y la Pedrera, esta última catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Son muestra también de modernismo los 32 asientos iluminados y repartidos a lo largo del paseo. El diseño de estos data de 1906 y lleva la firma de Falqués Urpí, quien inspirándose en elementos de la naturaleza, une los bancos con farolas de hierro forjado, en cuya cresta aparece el escudo de la ciudad del que sobresale el murciélago en honor al rey Jaime I.   

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