Un cartel en la puerta anuncia el Ramblas Hotel (tres estrellas), pero el número 33 de la Rambla tiene otro nombre propio: casa Vicenta Vilaró de Torres. Fue proyectada por Francesc Daniel Molina en 1847 y promovida por Joan Güell, que residió en ella.

Puede gustar más o menos, pero la exuberante policromía de su fachada, a base de franjas y plafones de cerámica esmaltada, no deja indiferente a nadie. Tal profusión ornamental es fruto de la reforma llevada a cabo hacia 1882 por Camil Oliveras, maestro de obras, arquitecto, dibujante y decorador nacido en Figueres (Girona). Como Domènech i Montaner, Josep Vilaseca i Gaudí, formó parte de la primera generación de arquitectos modernistas, si bien con una aportación creativa muy personal. 

TODO LUJO DE DETALLES

A él se debe el revestimiento de pared de la primera, la segunda y la tercera planta del edificio. El mosaico está realizado con baldosas de cerámica esmaltada de forma cuadrangular, rectangular y triangular. La decoración está formada por franjas decoradas con una sucesión de cuadrados amarillos y azules con motivos vegetales y geométricos sobre un fondo con triángulos marrones y blancos. En la parte superior de cada planta hay medallones con bustos en relieve de terracota sobre un motivo a modo de tablero de juego de damas o ajedrez de color amarillo y azul. Los bustos representan personajes vestidos para actuar en el teatro o en la ópera.

Otro elemento a destacar son las barandillas de hierro forjado con motivos florales de los balcones. Y también las dos caras esculpidas en las dos columnas sobre las que se levanta el balcón del primer piso. ¿Son dos indios? ¿Dos máscaras tribales?

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