En 1888, Felip Comabella fundó una farmacia en el número 23 de la calle del Carme. Poco se podría imaginar entonces que su establecimiento llegaría a formar parte del Catálogo del patrimonio arquitectónico, histórico-artístico y paisajístico de los establecimientos emblemáticos de la ciudad de Barcelona, elaborado por el Ayuntamiento en 2016. La antigua farmacia ha cambiado su nombre por el de Docampo, pero conserva su esencia modernista.
Cuando Comabella abrió al público, la farmacia contaba con sala de ventas en la planta baja y un laboratorio en el entresuelo. Era un desconocido en la zona, pero tardó poco en conseguir clientela y prestigio: las fórmulas magistrales del farmacéutico ganaron premios y medallas que actualmente cuelgan de las paredes del local.
ARTESANOS DE RENOMBRE
Su hijo, Joan Comabella Maluquer, siguió los pasos de su padre y, en 1897, recibió el título de doctor en Farmacia. ¡La continuidad del negocio quedaba asegurada! Así, tras la muerte de Felip, en 1901, la titularidad del establecimiento pasó a manos de Joan, quien decidió reformar la farmacia. Para ello, confió en el arquitecto Guillem Busquets Vautravens, que ya había diseñado otras farmacias modernistas de la ciudad. Cuatro años después, el 20 de noviembre de 1905, la farmacia Comabella obtuvo el accésit en la categoría de establecimientos comerciales, en los premios del Ayuntamiento a los mejores edificios y establecimientos de la ciudad.
El mérito no fue solo de Busquets: él hizo el diseño, pero contó con la ayuda de grandes artistas para hacerlo realidad. Los mármoles rojizos y grisáceos de la fachada –ya solo se conserva el primer piso– se trabajaron en el taller de los hermanos Franzzi la escultura fue obra de Alfons Juvol y los hierros decorativos, de Manuel Ballarín.
En el interior, Busquets apostó por los tonos claros, baldosas de Pujol y Bausis y mosaicos de Mario Maragliano, como el del suelo, realizado con teselas de piedra cuadrangulares que representan una alfombra central de color blanco, rodeada de motivos florales y elementos geométricos de color blanco sobre fondo gris. Del mobiliario de roble se encargó Gaspar Homar y de la ebanistería, Emili Sangenís, con pintura decorativa de Francesc Lleixa, trabajo en tiza de Felip Fisse y medallas de Ignasi Damians.
REFORMA DE LA FACHADA
El 15 de marzo de 1921, murió Joan Comabella y Manuel Comabella Maluquer, su hijo, se hizo cargo del establecimiento. De él fue la idea de reformar la fachada en 1926. Y, de nuevo, el encargo recayó sobre Busquets.
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