El síndrome de intestino irritable (SII) se caracteriza por dolor abdominal recurrente asociado a alteraciones del ritmo deposicional en forma de estreñimiento, de diarrea o de ambos. La hinchazón y la distensión abdominal son muy frecuentes. Es más frecuente en mujeres que en hombres y se observa una disminución progresiva según se incrementa la edad de la población.

"Este síndrome tiene una gran repercusión sobre las actividades personales y sociales de los pacientes, empeora su calidad y reduce la productividad laboral, en comparación con la población general", explica el doctor José Walter Huaman, especialista en aparato digestivo en el Hospital Universitari General de Catalunya.

EL DIAGNÓSTICO

El síndrome de intestino irritable se considera una alteración en las interacciones bidireccionales entre el intestino y el cerebro con hipersensiblidad visceral, alteraciones de la motilidad gastrointestinal y factores psicológicos y sociales agregados.

“Se diagnostica por la presencia de dolor abdominal recidivante que ha de estar presente al menos un día a la semana y con dos o más de las siguientes características: asociado a la defecación, relacionado con cambios en la frecuencia de las deposiciones y en su consistencia”, especifica el digestólogo.

CAMBIAR EL ESTILO DE VIDA

El tratamiento se dirige a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida. En general, los signos y síntomas leves pueden controlarse manejando el estrés, así como realizando cambios en la dieta y el estilo de vida: hacer ejercicio regularmente, beber mucho líquido, dormir las horas adecuadas, evitar alimentos que generen muchos gases como bebidas alcohólicas y carbonatadas, cafeína, frutas crudas o ciertos vegetales como repollo, brócoli y coliflor.

La fibra soluble ha demostrado ser beneficiosa, pero puede incrementar el dolor abdominal, la distensión y el meteorismo. Cuando los síntomas son más severos y predomina el estreñimiento pueden ser de utilidad los suplementos de fibra como el plántago o los laxantes osmóticos a base de magnesio o de polietilenglicol. Si, por el contrario, predomina la diarrea, la loperamida o quelantes de ácidos biliares pueden ayudar. Para el control del dolor abdominal se puede usar anticolinérgicos y neuromoduladores. Todas estas medidas siempre bajo prescripción médica.

LA DIETA FODMAP

La dieta baja en Fermentable Oligosacáridos Disacáridos Monosacáridos y Polioles (Fodmap) es otra novedosa modalidad de tratamiento. Los Fodmap de la dieta incluyen una serie de carbohidratos de cadena corta que son mal absorbidos en el intestino delgado y pueden producir por su actividad osmótica y por la fermentación de las bacterias intestinales exceso de producción de gas, síntomas como diarrea, distensión, dolor abdominal y meteorismo.

“Aunque está demostrada su eficacia a corto plazo y dado que se trata de una dieta excesivamente restrictiva, debe ser controlada por expertos en nutrición, y sólo a corto plazo porque se ha demostrado que puede alterar la microbiota”, apunta el doctor Huaman.

PREBIÓTICOS Y PROBIÓTICOS

Algunos prebióticos (sustrato que es utilizado selectivamente por los organismos del huésped confiriendo un beneficio para la salud) y probióticos (microrganismos vivos que confieren un beneficio a la salud cuando se administran en cantidades adecuadas) producen una mejoría significativa sobre la percepción global de los síntomas en pacientes con síndrome de inteztino irritable y selectivamente sobre el dolor, la distensión, el meteorismo y la diarrea.

La gran heterogeneidad en la composición de los productos comercializados en cuanto a cepas, cantidad y formas de presentación hace que, en la actualidad, no se pueda recomendar como primera línea de tratamiento de forma sistemática a todos los pacientes.

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