El 30 de septiembre de 1987, tras un siglo en funcionamiento, cerraba sus puertas el Instituto Mental de la Santa Cruz. Actualmente sólo quedan tres pabellones ocupados por la Sede del Distrito y la Biblioteca de Nou Barris y la antigua iglesia totalmente restaurada, apenas una pequeña muestra de la monumental institución.
El Mental se construyó entre 1885 y 1915 por orden del Hospital de Sant Pau, aunque se inauguró en 1889. Estaba ubicado en una finca de 50 hectáreas, en unos terrenos cedidos por un benefactor anónimo. Tenía capacidad para 700 enfermos y constaba de doce pabellones perpendiculares, rodeados por una propiedad de más de 100 hectáreas –desde el final del paseo de Pi i Molist hasta la cima de Collserola–, donde había masías, terrenos agrícolas, pastos… En torno a un módulo central se articulaban dos alas que albergaban un departamento general para hombres y otro para mujeres.
PROYECTO DE PI I MOLIST
Josep Oriol Bernadet diseñó esta gigantesca obra, de estilo neoclásico sencillo y sobrio, a partir del proyecto del Dr. Pi i Molist, uno de los pioneros en el tratamiento de las enfermedades mentales en España. Frente a otros especialistas de la época, Pi i Molist entendía el hospital como una institución de vanguardia, un espacio en el que los enfermos, aislados del medio urbano, se beneficiaran de un ambiente adecuado que favoreciera su recuperación e integración social.
El reconocido psiquiatra luchó toda su vida por construir un hospital digno para los enfermos mentales, pero, a pesar de sus esfuerzos, no lo logró totalmente. A finales del siglo XIX, topó con numerosos problemas burocráticos, económicos y, sobre todo, de enfoque médico.
EVENTOS Y CONGRESOS
El patio porticado de la actual sede del distrito es ahora el corazón del edificio. El espacio acoge entre sus columnas y palmeras diversos eventos multitudinarios, congresos, ferias, mercados artesanales, conciertos en vivo y todo tipo de actuaciones escénicas… Cuesta creer que un lugar tan lleno activo y lleno de vida fuera durante décadas un rincón lúgubre en el que los enfermos pasaban horas y horas dando vueltas, cargados con su tristeza, sus delirios y sus miedos, fumando ansiosamente, con la mirada perdida…
Cuando cerraron el centro, enviaron a casa a los enfermos considerados más leves. Los que no tenían familia fueron a pisos de acogida en los que convivían por grupos de 4 o 6 con algún tutor. Y otros fueron trasladados al Frenopàtic o a Sant Boi.
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