Hay en la Nova Esquerra de l'Eixample una calle cuyo nombre es motivo de confusión entre los vecinos: la calle de Llança, para la mayoría conocida como calle de Llançà. Una tilde que cambia del todo el significado de la palabra. Y es que a pesar de que gran parte de los residentes creen que la vía en la que viven hace honor al pequeño pueblo ampurdanés, la realidad es que homenajea a Corrado Lancia, un marino italiano conocido en castellano como Conrado Lanza y en catalán como Conrad Llança.
Letreros de comercios, cartelería en bloques de viviendas, anuncios impresos en papel y colgados en las fachadas, la señalización de un parking público, el rótulo del edificio de la Agencia Tributaria... e incluso la información de las marquesinas de los autobuses de TMB. En todos estos lugares se puede leer el mismo error repetido infinidad de veces, fruto del boca a oreja y a pesar de que las placas no dan lugar a equívoco: "Calle de Llança. Siglo XIII. Almirante siciliano", pone en algunas de ellas.
"PREFIERO EL NOMBRE DEL PUEBLO, NO EL DE UN MILITAR"
"No lleva acento, lo tenemos mal puesto, ya lo sé. Me lo dijo un vecino muy mayor hace un tiempo", explica Alicia de Llançà 44, un gabinete óptico y audiométrico en el tramo entre Aragó y València, en conversación con Metrópoli. A pocos metros de distancia, en la acera de enfrente, Francisco del bar restaurante Llançà –en el número 35– reacciona sorprendido: "Pues me acabo de enterar, y llevo 41 años aquí. ¿Seguro? Esto tiene que estar mal, la calle se llama Llançà". Tampoco lo sabían los hermanos José Manuel y Vanesa del colmado Carns Alegre, un pequeño negocio familiar que lleva en el lugar desde 1974. "Si tengo que elegir, prefiero el nombre del pueblo, por supuesto, y no el de un militar", apunta ella.
Desde la papelería 2002, su dueño, que se llama también José Manuel, cuenta que él sí sabía de este lío pero que cuando era un niño pequeño ya oía a los vecinos referirse a la calle con el nombre de Llançà. "Es más, en l'Hospitalet hay otra calle que se llama igual y ahí también se equivocan", asegura. Pero no es realmente así. Tal y como se puede comprobar en el nomenclátor oficial de l'Hospitalet de Llobregat, en esta ciudad si hay una calle Llançà con tilde final. Barcelona, en cambio, no tiene ningún espacio que homenajee a la localidad de la Costa Brava.
VÍCTOR BALAGUER BAUTIZÓ ESTA CALLE
El trazado de esta vía fue dibujado por Ildefons Cerdà cuando diseñó el Eixample, en el siglo XIX. Y aunque su intención era la de bautizar a todas las calles de este nuevo entramado con letras y números, el Ayuntamiento de Barcelona ordenó crear una junta consultiva sobre urbanismo que decidiera los nombres. Finalmente fue el poeta, dramaturgo e historiador Víctor Balaguer, uno de los impulsores de la Renaixença, el elegido por el consistorio para realizar esta tarea.
En su obra Las calles de Barcelona, publicada en dos volúmenes entre los años 1865 y 1866, Balaguer detalló el motivo por el que las calles de la capital debían llevar los nombres con los que las conocemos actualmente. Las bautizó en homenaje o recuerdo de algunas instituciones importantes en la historia de Cataluña, hechos históricos, territorios vinculados a la Corona de Aragón y personajes ilustres, entre otros. En este último grupo entra precisamente el almirante Lancia.
UN ALMIRANTE BAJO LAS ÓRDENES DE PEDRO III
De la calle de Llança, Balaguer dice en su libro: "Estará en el Eixample, cerca del barrio que se llama Hostafrancs, entre las calles de Tarragona y Vilamarí, partiendo de la de Còrsega, irá a terminar en la de Floridablanca, cruzada por las de Sepúlveda, Corts –la Gran Via–, Diputació, Consell de Cent, Aragó, València, Mallorca, Provença y Rosselló". En realidad es algo más corta. No parte de Còrsega, sino de la avenida de Roma justo antes de unirse con Provença. De ahí para arriba cambia de nombre por el de Nicaragua. Por abajo, está cortada por el parque de Joan Miró entre las calles de Aragó y Diputació, y luego sigue hasta el Paral·lel, a la altura de la calle de Sepúlveda.
Cuenta Ramon Muntaner (1265-1336), en su obra Crónica, que Lancia vivió en la corte del rey Pedro III de Aragón, también apodado el Grande, y que ahí aprendió la cultura y lengua catalanas. Al servicio del monarca, el almirante hizo también de diplomático para la Corona. Y finalmente perdió la vida en el año 1299 en la batalla del cabo de Orlando, que enfrentó a tropas catalanas y sicilianas.
Así, mientras la vía a la que da nombre se encuentra justo en medio de otras calles, paralelas a derecha e izquierda, en memoria de Bernat de Rocafort, Berenguer d'Entença y Bernat II de Vilamarí, todos ellos militares que fueron parte de la pequeña nobleza catalana durante el medievo, Lancia logró colarse en el callejero de Barcelona gracias a su importancia histórica manifestada por Víctor Balaguer. Por cierto, otro almirante siciliano tiene una calle en el Eixample, en este caso sin confusión en el nombre. Se trata de Ruggero di Lauria, conocido como Roger de Llúria, cuñado del primero por su matrimonio con Margherita Lancia.
¿CAMBIO DE NOMBRE? EL AYUNTAMIENTO DICE QUE NO
Sobre un posible cambio en el nombre, para adaptarlo a la forma en que gran parte de los vecinos se refiere a esta calle, el Ayuntamiento de Barcelona ha explicado a Metrópoli que actualmente no lo contempla. En el caso de tener que activar el mecanismo para un futuro cambio de nombre, las mismas fuentes municipales han detallado a este diario que primero esperarían a que se abriese el debate en el Distrito, o que una entidad vecinal manifestase "su inquietud" sobre este asunto. Finalmente pasaría al órgano de Ponencia del nomenclátor, algo que hasta el momento no ha ocurrido.