Al aire libre, en un descampado situado frente a la escuela de los Jesuïtes del Clot, antiguamente conocida como Escola Tècnica Professional del Clot. En ese punto del distrito de Sant Martí empezó a ensayar la colla de los Castellers de Barcelona en los años 60. Las horas de esfuerzo de cargar y descargar, subir y bajar, aguantar y trepar eran largas y duras, y como sudaban la gota gorda, pidieron al menos una fuente pública donde poder refrescarse. El Ayuntamiento de Barcelona decidió complacerles instalando un simple surtidor en el solar.
PIEDRAS MONTSERRATINAS
Para darle personalidad y carácter, los castellers decidieron ir a buscar unas piedras a Montserrat y las fueron apilando junto al solitario surtidor. Así la fueron haciendo cada vez más suya, hasta bautizarla en 1978 como la Font dels Castellers. El ceramista C. Calbet le acabó de dar a la fuente el toque personal que la distinguiría por su base decorada con un colorido trencadís.
Años más tarde, los castellers dejaron el desolado solar para trasladarse a un local de la calle Rossend Nobas, en la zona antigua del Clot. Y con el tiempo, el Ayuntamiento de Barcelona decidió hacer una placeta en la encrucijada de la calle Rossend Nobas con Escultor Calperós. No era más que un pequeño triángulo frente al enorme parque del Clot, que adquirió significado en cuanto cuajó la idea de dedicar esa pequeña placita a los castellers, no solo a la colla de Barcelona, sino a todos los castellers en general. Y bautizaron el espacio como Jardins dels Castellers.
Y así fue como las piedras montserratinas y el surtidor convertido en fuente con la base de trencadís, abandonaron el solar original para instalarse en ese nuevo espacio, inaugurado como plaza el 15 de febrero de 2003.
FUENTE DEGRADADA
De toda la magia castellera concentrada en ese espacio del barrio, hoy tan solo se conservan las tres piedras montserratinas sobre una base de metal. Las letras talladas en la piedra más grande recuerdan que allí estaba la “Font dels Castellers 1978”, aunque de la fuente de la que bebieron los castellers ya no queda ni rastro: Se fue degradando poco a poco, como se marchita una flor: perdió la decoración de la base, dejó de brotar el agua y fue derribada en 2012. También la colla castellera dejó el local de Rossend Nobas y se trasladó a la calle Bilbao 212.
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