CaixaProinfancia es un programa estratégico de la Fundación "la Caixa" orientado a impulsar acciones que generen oportunidades de futuro para los menores de edad en situación de vulnerabilidad y rompan la transmisión de la pobreza de padres a hijos.
El objetivo de este proyecto es mejorar los procesos de integración de los niños, niñas y adolescentes en riesgo de exclusión social, promover su desarrollo social y educativo y el de sus familias, además de sensibilizar y movilizar a la sociedad en la erradicación de la pobreza infantil.
LAS CONSECUENCIAS DE LA CRISIS
El programa CaixaProinfancia ha promovido un estudio conjunto de la Universidad Ramon Llull y la Universidad de Deusto, liderados por Jordi Longás, Jordi Riera, Rosa Santibáñez y Josu Solabarrieta que ha puesto el foco en los efectos negativos que el Covid ha tenido en las familias que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza relativa y la gravedad de las brechas socioeducativas que ha generado la pandemia.
El estudio recoge también que el paro y los ERTE han provocado también una reducción del poder adquisitivo y la mitad de las familias han tenido dificultades para disponer con asiduidad de productos para la prevención del coronavirus, como mascarillas y desinfectantes, principalmente.
MÁS POBRES Y SOLOS
La crisis sanitaria ha llevado a muchas familias españolas a un mayor empobrecimiento y aislamiento social, situación que se agravó durante el confinamiento cuando se produjo el cierre de colegios. Aunque posteriormente se han desarrollado estrategias para facilitar el retorno a la normalidad, la incertidumbre y las restricciones desencadenaron una alarmante discontinuidad en la acción social y educativa.
Mayte Celeiro, educadora social y coordinadora territorial del programa CaixaProinfancia, explica que “hay todavía muchas familias que necesitan apoyo para continuar adelante” y pone el énfasis en que proyectos como éste son fundamentales para que puedan lograrlo.
LA INFANCIA, LA PEOR PARADA
Estos obstáculos, que se han visto prolongados en el tiempo, son una amenaza para la infancia que ya vive en situación de pobreza, ya que en algunos casos ha incrementado su vulnerabilidad y ha frenado su progreso educativo.
Entre los inconvenientes que ha ocasionado destaca un incremento de la inseguridad alimentaria por el descenso de ingresos y el desarrollo de malestares emocionales profundos debido a la desvinculación social.
Por ese motivo, se hace indispensable adoptar medidas que contrarresten las secuelas. En este sentido se expresa Laia Cortés, asesora pedagógica y coordinadora del programa ‘Tienes Talento’, iniciativa educativa de la Fundación "la Caixa" dirigida a menores de entre seis y doce años. “Son necesarias más políticas de bienestar que compensen a los niños que sufren mayores dificultades sociales, personales, emocionales o económicas”, señala la pedagoga.
MENOS INGRESOS, PEOR ALIMENTACIÓN
La pandemia ha supuesto para muchas familias una reducción de ingresos que se ha traducido directamente en mayores estrecheces relacionadas con la manutención. Más del 25% de familias han tenido dificultades para conseguir alimentos casi todos los días debido a la inestabilidad laboral.
Esta situación ha llevado a un elevado porcentaje de familias en riesgo de pobreza a acudir a los bancos de alimentos, mientras que otras han optado por reducir la adquisición de alimentos o el número de comidas. El estudio refleja que una de cada tres familias participantes en el programa CaixaProinfancia tiene o ha pasado aprietos para abastecerse durante la crisis del Covid-19.
AFECTACIÓN A LA SALUD MENTAL
La pandemia en sí misma, las restricciones, las limitaciones de movimiento, la falta de aspiraciones en el horizonte y la soledad son circunstancias que todas juntas han generado bastante preocupación por su negativa influencia en la situación emocional de las personas más vulnerables y con menor capacidad de resiliencia.
“La salud mental también nos ha llevado a ocuparnos de familias que viven en pisos muy pequeños, con condiciones de habitabilidad inadecuadas, tras haber perdido el trabajo o en una situación administrativa irregular”, admite Mayte Celeiro.
BRECHA FORMATIVA
Tampoco se pueden soslayar los contratiempos que determinan la desigualdad educativa, como es el caso de la brecha en los ámbitos digital, escolar, de acceso a los recursos e incluso déficits de aprendizaje.
La coordinadora de CaixaProinfancia destaca especialmente la importancia de los educadores, de la familia y del entorno a la hora de “ayudar a niños a los que les cuesta más sobreponerse a las dificultades”. “Hay que conocer las necesidades de las personas a las que acompañamos para que puedan lograr el objetivo”, añade Laia Cortés.
APOYO A LA INFANCIA Y LA MUJER
Mayte Celeiro ha constatado que durante estos dos años de pandemia, especialmente durante los primeros meses, “la población vulnerable se ha empobrecido más” y ha revelado que en muchos casos “creció el temor a la desprotección”.
La educadora social comenta que aquellas familias que se incorporaron a CaixaProinfancia “fueron, en cierto modo, unas privilegiadas dentro de las circunstancias porque todos los días tuvieron referentes de contacto, tanto vía telefónica o a través de videollamadas”.
Incide, sobre todo, en que las personas vulnerables que se adhirieron al programa no estuvieron solas. “Estuvimos ahí, nos desplazamos a los domicilios en casos de violencia intrafamiliar o de violencia de género y desde Fundación La Caixa hemos prestado apoyo económico para alimentación”.
ALTERACIÓN DE LA RUTINA
La investigación resalta, por otro lado, que una de cada tres familias se ha visto afectada por el desajuste de los horarios familiares, principalmente de alimentación y sueño, que son rutinas muy necesarias para mantener los ritmos vitales y la estabilidad en las relaciones.
El aislamiento social al que la pandemia ha sometido a la población en general ha derivado en un gran incremento de horas de conectividad virtual y en una sobreexposición a pantallas. Esta situación ha elevado los riesgos oculares, musculoesqueléticos y ese consumo digital ha propiciado un mayor sedentarismo.
MÁS ORDENADOR, MENOS EJERCICIO
Según la investigación, una quinta parte de los menores de edad ha dedicado más de seis horas al día a los dispositivos electrónicos, que ha coincidido en el tiempo en una reducción en la práctica de actividad física por las limitaciones de acceso a espacios públicos o la reducción de las actividades extraescolares.
“Ha sido una época muy complicada para todos a nivel emocional, puesto que la mayoría de los hogares no tenían ordenador, o no tenían wifi, y las familias no tenían posibilidad de conectarse. En este sentido hicimos un gran esfuerzo en procurar que no estuvieran solos”, explica Laia Cortés.
TRABAJO EN EQUIPO
El programa CaixaProInfancia de la Fundación "la Caixa" cuenta con la colaboración de más de 400 entidades sociales, que se encargan de atender a los hijos de familias vulnerables en situación de pobreza y exclusión social, priorizar las ayudas y hacer un seguimiento de cada caso.
El mayor reto al que precisamente se enfrenta el programa y quienes lo trabajan día a día es poner fin a la transmisión de la pobreza de padres a hijos para que estos puedan alcanzar un futuro con más oportunidades. Ambas educadoras sociales señalan que es fundamental tener claros los objetivos. “Es necesario tener una visión común y, por eso en CaixaProinfancia, trabajamos en un modelo de red para llevar a cabo una actuación integral y coherente con objetivos compartidos, cada uno desde su ámbito”, coinciden.
PLAN SOCIOEDUCATIVO
El programa impulsa el desarrollo social y educativo de los más pequeños para garantizarles referentes sólidos para su futuro, además de un nivel de bienestar óptimo que favorezca su crecimiento y su formación.
Y lo hace a través de diferentes canales, como el refuerzo educativo y equipamiento escolar, apertura de centros, campamentos y actividades de verano, talleres para toda la familia y múltiples servicios sanitarios y psicológicos.
ÉXITO EDUCATIVO
Gracias a este proyecto, un 85% de los niños y niñas que viven en hogares con un nivel socioeconómico bajo lograron graduarse con niveles similares al de la media nacional. Tal fue el éxito que en el curso 19-20 la tasa de repetidores se redujo un 40% con respecto al año anterior.
Además, menos del 1% de los estudiantes de Bachillerato que recibieron refuerzo educativo abandonaron y menos del 7% renunciaron a los ciclos formativos.
EL CASO DE ÁNGEL
Estos datos se reflejan en jóvenes como Ángel Quesada, ahora estudiante universitario de Comunicación. Este adolescente personifica la consecución de los objetivos que persigue el proyecto porque, como él mismo explica, pudo salir del círculo de falta de oportunidades, pudo estudiar y encontrar trabajo gracias a la ayuda que encontró en el proyecto de la Fundación La Caixa.
“Conocí referentes que me dotaron de las herramientas que necesitaba en ese momento y siempre he tenido muy claro que muchas veces la suerte se trabaja y hay que buscarla”, asegura Ángel, quien cree que todavía hace falta “una mayor implicación de agentes sociales, del Estado, de las instituciones, ayuntamientos y de más profesionales”.
“A la infancia en riesgo de exclusión social hay que ayudarles a cambiar la mentalidad y mostrarles que hay otras opciones diferentes a las que han conocido. Decirles que pueden conseguirlo es importantísimo”, concluye Laia para valorar que casos como el de Ángel Quesada son la respuesta a la labor de CaixaProinfancia.
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