Una biblioteca en pleno siglo XXI, pero que debía haber sido de finales del siglo XX. Barcelona tendrá una biblioteca de última generación de titularidad del Reino de España, en 2027, 30 años después de que el proyecto se frustrara por la presión del nacionalismo catalán y del gobierno de la Generalitat de Jordi Pujol, al encontrarse en el recinto elegido, en el Born, restos arqueológicos de las casas derribadas en 1714. El Born es ahora un lugar de peregrinaje nacionalista, pero Barcelona se quedó sin una biblioteca del Estado, y en ese lapso se han puesto en marcha numerosas bibliotecas en otras muchas capitales de provincia.
¿Estará blindado el equipamiento esta vez? El ministro de Cultura, Miquel Iceta, ha asegurado que el proyecto se iniciará en 2023, después del derribo de un edificio al lado de la Estación de Francia. El próximo 14 de septiembre se iniciarán los trabajos para demoler el edificio, con obras que durarán unos seis meses. Posteriormente se construirá la Biblioteca con la previsión de que esté lista en 2027 y con una inversión total de 55 millones de euros que aportará el Gobierno español. Una vez finalizado, la gestión correrá a cargo de la Generalitat, del departamento de Cultura.
Iceta ha valorado esa “colaboración estrecha” entre el Ayuntamiento de Barcelona, el Gobierno español y la Generalitat, representada por la consejera de Cultura, Natàlia Garriga. El concejal de Cultura, Jordi Martí, de los comunes, –que ya conocía el proyecto desde los años 90, entonces como dirigente socialista—ha mostrado su confianza en que esa colaboración “se mantendrá en el tiempo”, y ha destacado que la Biblioteca tendrá ahora una mayor dimensión como gran centro cultural “no solo de la ciudad de Barcelona sino de toda la región metropolitana”.
Precisamente, esa colaboración será necesaria para pactar el nombre del equipamiento. Iceta ha mostrado su deseo de que tenga “un nombre propio”, de alguien vinculado a la cultura. Martí considera que, al margen del nombre, deberá ser “la biblioteca central urbana”, en alusión a otras bibliotecas, como la reciente Gabriel García Márquez, en el distrito de Sant Martí.
El arquitecto que firma la obra, Josep Maria Miró, ha destacado que el objetivo era el de levantar un edificio “atemporal”, que incorpore todas las nuevas tecnologías y que pueda ser un espacio multiusos, centrado en la cultura, para celebrar actos de distintos ámbitos. Contará con los avances tecnológicos que aseguren la eficiencia energética, con técnicas que “no serán visibles, pero que asegurarán el mejor uso del edificio”.