Existen artistas cuya mentalidad desafía los cánones establecidos en su época, autores capaces de ver más allá, con independencia del marco social y político en el que les ha tocado vivir. Si toman la decisión de ser fieles a sus ideales y utilizar su canal de expresión para manifestarlos ante el gran público, corren el riesgo de toparse con la crítica y la incomprensión. No obstante, algunos de ellos lo hacen de todos modos, ansiosos por conocer la respuesta de quienes reciben esa exposición en forma de historia. Ese es el ejercicio de temeridad que a principios del siglo XX puso en práctica Santiago Rusiñol, que aunque en su día se interpretó como un fracaso, ha hallado su plataforma en el contexto actual.
La comedia El bon policia resultó muy transgresora la primera vez que sus asistentes tuvieron la oportunidad de presenciarla desde el patio de butacas. El relato de un hombre viudo con dos hijos que trabaja como policía, no por vocación si no por necesidad, cogió por sorpresa a las gentes de antaño. Pero sin duda, el elemento que más llamó su atención fue que este optara por convivir bajo el mismo techo con un íntimo amigo, cosa que incitó numerosas habladurías entre los ciudadanos del lugar. Cuestionado por presentarnos un escenario chocante y distinto al que la audiencia estaba acostumbrada, la obra no tuvo la acogida que Rusiñol habría deseado.
Lo que logró con creces escandalizar a quienes acudieron al estreno original fue su desenfadada manera de reivindicar que debemos abrir nuestras mentes a una metamorfosis que, pese a salirse de la norma, era (y es) tan válida como cualquier otra. El escritor invita a dejar de lado los prejuicios a través de un policía que no se corresponde con el estereotipo habitual, pues su estrella guía es el amor, que le impulsa a enfrentarse a las adversidades con empeño y valentía. Una lección fundamental que también nos sirve de inspiración a día de hoy.
Talento y dinamismo
Interpretada en catalán, la pieza de 70 minutos de duración, la cual ha sido adaptada en escena en contadas ocasiones, llega de la mano de Ricard Farré y Arnau Puig, que además de encargarse de esta reformulación de la historia ejercen de directores, encarnan a Josep y a Antón respectivamente y a los ocho personajes masculinos y femeninos restantes que intervienen en la acción, haciendo gala de un admirable talento y dinamismo constantes. Marina Marcos y El Maldà producen un espectáculo que cuenta con el favor del público.
El bon policia se representa sobre las tablas de El Maldà hasta el domingo 2 de octubre. Las funciones se llevan a cabo de lunes a sábado a las 20:00h y los domingos a las 19:00h. Se trata de una propuesta teatral de humor que acerca al público a unos protagonistas humanos, sinceros y, en cierta manera, adelantados a su tiempo, como lo fue su creador. Podéis haceros con las entradas accediendo a la web oficial de venta del teatro.